El búlgaro Tzvetan Todorov en su artículo Más allá de los maniqueísmos ofrece un análisis de cómo actúan las grandes potencias económicas y militares.
Suele atribuirse a Einstein la cita de que «es estúpido seguir haciendo lo mismo y esperar resultados diferentes».
En los últimos años el interés de los españoles por estar informados de lo desagradable del mundo en que vivimos ha decrecido.
Viendo la política desde un primer plano, la percepción que tiene uno, es que muchas veces produce hastío. Y me explico.
A la hora de buscar culpables, en las noticias y también a nivel particular o coloquial, es habitual la alusión a las grandes entidades.
Hacer las cosas que más nos cuestan dicen que es la manera de alcanzar todas nuestras metas. Esa regla sirve para casi todos los ámbitos de la vida.
Decía Van Gogh que el arte sirve para consolar a aquellos que están rotos, «quebrantados por la vida». Comparto la definición del famoso artista holandés, quien pintó la magnífica obra La noche estrellada.
No podemos echar la culpa a los demás de todos nuestros traumas y sufrimientos. Con ello quiero decir que hay ofendidos que no tienen razón para ofenderse, y son personas que no saben valorar lo mucho que tienen.
Lo que pasa en la economía afecta a la sociedad, y por lo tanto afecta a la política, que reacciona para proteger una pretendida estabilidad social.
El pasado 16 de enero, Margarita García-Galán y Jesús Aranda, colaboradores de NOTICIAS 24, presentaron su últimos libros: Sonidos al tiempo y Con vistas al mar (Ed. Libros de la Axarquía), respectivamente, en el Centro Cultural Ntra. Sra. del Carmen (Antigua Azucarera) de Torre del Mar, acto presentado por Marcelino Méndez-Trelles. Publicamos el discurso de Margarita.
En la actualidad, mirarnos en ese espejo que conforma la Unión Europea y ser ciudadanos de pleno derecho, es para sentirnos orgullosos.
Desde Antonio de la Jara a la actualidad, han sido muy pocos los escultores que ha dado Vélez-Málaga. Casi se podrían contar con los dedos de la mano. Pero es verdad que, en alguno de los casos -por ejemplo Jaime Pimentel- las cotas alcanzadas han sido altísimas.
Al sol de una tranquila mañana de enero, en mi mesa de siempre me pongo a escribir; ella, mi mueble mimado, con su madera antigua me recuerda historias entrañables, lejanas en el tiempo, que a mí me gusta recordar.
Italia, principios de los sesenta, una joven, esposa, madre y poeta, extenuada por el trabajo, la rutina cotidiana y la incomprensión del marido, se fuga de casa.
Se le ve el plumero al pavo real cuando exhibe su plumaje y alardea de colores irisados. No es contemplación para nuestros ojos, sino para las hembras de su especie; eso dicen.
Soy recayente, lo confieso: recaigo constantemente (cuanta musicalidad en la expresión), y no es que me guste serlo, pero hay tantas cosas que no me gustaría ser, que una más solo añade un número a la lista, no un drama.
Hace algún tiempo me contaron el siguiente chiste: estaba la mujer piloto de un avión comercial que hacía la ruta Madrid-Valencia hablando con su copiloto en los siguientes términos: