Capítulo III: Una nube
Parece que en la niñez el tiempo pasara despacio, que los días son inacabables, que hay lugar para todo. Tiempo para perderse en el ensueño que brinda el horizonte marino; tiempo para observar los nidos de perdices, abubillas, o verderones. Tiempo para escuchar los cuentos de la madre y los consejos del padre; tiempo para jugar con sus hermanos Ubalda y José. Pero en ese tiempo lento y armonioso, Salvador comienza a vislumbrar una nube.