Jesús Aranda Camuñas, profesor, poeta y músico, es autor de la obra Palabras hechas, edición Libros de la Axarquía, que, como expresa la autora del prólogo Margarita García Galán, es una recopilación de canciones que saben a versos, son versos que suenan a canción. Al libro le acompaña un CD exclusivo, con canciones a lo largo de su vida.
El 24 de agosto de 1704 se llevó a cabo, “a la vista de Vélez-Málaga”, la batalla naval más importante de la Guerra de Sucesión Española, la más grande de las que, en todos los tiempos, se han producido en aguas malagueñas, y la causante de que, aún hoy, Gibraltar continúe bajo dominio inglés.
Entre los arcos de ladrillo del hermoso patio mudéjar del Museo de Vélez-Málaga, acostumbrado a vivir grandes momentos de música, un brillante piano negro esperaba impaciente.
Miro a ese niño, casi un bebé, plenamente entregado al ‘juguete’ que lleva en sus manos. La mamá empuja la sillita con la derecha, en la izquierda el móvil, apéndice electrónico, con el que mantiene una conversación a voces. Es difícil no enterarse de eso que se supone conversación privada.
En 1996, el grupo de rock sinfónico Camel, compuso Harbour of tears (algunos lo traducen como El puerto del llanto).
Ayer tarde, tomando un café en una tranquila cafetería del centro, no pude evitar oír la conversación que mantenían un par de jóvenes en la mesa de al lado, me pareció más que interesante lo que comentaban y me puse en modo ‘escucha activa’.
Cuando llega el calor, nos relajamos y nos disponemos a pasar la canícula de la mejor manera posible.
Cuando la palabra se manifiesta a corazón abierto, como un río de sangre que derrama a borbotones los sentimientos, los vomita de lo más hondo del alma; y eleva místicamente la mirada al cielo, al mar, a la naturaleza, a lo humano y lo divino.
Durante el siglo XVIII la Ilustración favoreció que se removiera el papel de la mujer en la sociedad española, iniciándose un largo debate que habría de servir para definir su participación e identidad en el mundo de la época.
Hace poco leí un libro donde el protagonista, sabiendo próxima su muerte, se iba desprendiendo poco a poco de las cosas que amaba, especialmente sus libros.
¿Está nuestro mundo mutando del mirar al ver? Una de las voces que me habitan dice que no me haga demasiadas ilusiones.
A mis 58 años van siendo muchos los síntomas que, discretamente, me avisan de que no soy una chiquilla, ni siquiera una joven. No, ya incluso he pasado de ser una mujer madura… Ya soy una mayor.