Semblanza de un poeta
La Sociedad Amigos de la Cultura de Vélez-Málaga ha nombrado 'Socio de Honor' a la 'Asociación Amigos de Joaquín Lobato'.
La Sociedad Amigos de la Cultura de Vélez-Málaga ha nombrado 'Socio de Honor' a la 'Asociación Amigos de Joaquín Lobato'.
Anidaban junto a mí en un verso de Bécquer, en la penumbra serena de un libro que ocupaba un lugar preferente en mi habitación infantíl. Ellas, las oscuras golondrinas, dormían a mi lado soñando, como yo, poder volar
El pasado 16 de enero, Margarita García-Galán y Jesús Aranda, colaboradores de NOTICIAS 24, presentaron su últimos libros: Sonidos al tiempo y Con vistas al mar (Ed. Libros de la Axarquía), respectivamente, en el Centro Cultural Ntra. Sra. del Carmen (Antigua Azucarera) de Torre del Mar, acto presentado por Marcelino Méndez-Trelles. Publicamos el discurso de Margarita.
Al sol de una tranquila mañana de enero, en mi mesa de siempre me pongo a escribir; ella, mi mueble mimado, con su madera antigua me recuerda historias entrañables, lejanas en el tiempo, que a mí me gusta recordar.
Es uno de esos libros al que vuelvo siempre; el que abro por cualquier página sabiendo que, lea lo que lea, me volverá a entusiasmar. Su prosa espléndida, sus historias, sus personajes inverosímiles, tan reales en su irrealidad...
Se abrió la noche, un trueno la conmovió, el sonido barrió las soledades y entonces llegó la lluvia... Neruda canta en su oda a las distintas formas de lluvia que mojan su memoria.
“El verano se ha ido, el otoño ha llegado con prisa y el humo de las castañas asadas ondea ya su estela gris. Un verano de tórridas temperaturas, de noticias tristes, impactantes, de esas que enfrían la pluma y el alma. Y añaden el casi a la palabra feliz”.
Subíamos la cuesta, tantas veces recordada, que nos llevaba al corazón del pequeño pueblo del Valle del Tiétar que celebra, como muchos otros, sus fiestas en agosto. San Bartolomé es su venerado patrón, al que los casavejanos llaman cariñosamente San Bartolo.
Durante mucho tiempo, asomarme al balcón de mi casa era llenarme los ojos del frondoso verde de un árbol que reinaba, con sus poderosas ramas abiertas, en el patio de una casita blanca.
Entre los arcos de ladrillo del hermoso patio mudéjar del Museo de Vélez-Málaga, acostumbrado a vivir grandes momentos de música, un brillante piano negro esperaba impaciente.
Hace poco leí un libro donde el protagonista, sabiendo próxima su muerte, se iba desprendiendo poco a poco de las cosas que amaba, especialmente sus libros.
La he visto muchas veces y siempre me sorprende, me fascina y me emociona más y más. La historia de una joven geisha con nombre de mariposa con- vertida en música, es un recreo para los sentidos.
“La palabra escrita me enseñó a escuchar la voz humana”, dice Marguerite Yourcenar en su Memorias de Adriano
Se cumplen ahora veinte años del 11M, aquel horror sangriento que nos despertó una mañana con sonidos e imágenes escalofriantes del atentado terrorista que costó la vida a ciento noventa y dos personas.
Solemos echar de menos en nuestras ciudades lugares de esparcimiento, espacios libres de tráfico, zonas verdes para hacer deporte o pasear.
Estaban a lado y lado de una calle amplia que recorría cada día para ir al instituto. Eran unos hermosos árboles de troncos rugosos y ramas abiertas frondosas de hojas, que veían pasar la vida de aquella calle animada donde yo vivía.
Vuelvo a asomarme a esta ventanita de papel donde la palabra escrita vuela libre aireando noticias, emociones o pareceres de lo cotidiano, y nos acerca a la mirada crítica, casi siempre amable, del lector.
Sentada junto al mar de mis veranos, bajo la sombrilla que me presta su gratificante sombra de colores vivos, que van palideciendo, envejeciendo conmigo al sol de mañanas luminosas, ardientes, saladas y azules, que me acompañan desde siempre, me dejo llevar por la brisa marina que apenas mueve el volante de espuma que se me acerca con su relajante vaivén de ola.
Sentada junto al mar de mis veranos, bajo la sombrilla que me presta su gratificante sombra de colores vivos, que van palideciendo, envejeciendo conmigo al sol de mañanas luminosas, ardientes, saladas y azules, que me acompañan desde siempre, me dejo llevar por la brisa marina que apenas mueve el volante de espuma que se me acerca con su relajante vaivén de ola.