Certezas filosóficas, certezas de la verdad

Hubo quien dijo hace siglos que no hay casualidades, ya que todo sucede por alguna razón, y no hay señales muy perceptibles, pero con ellas, algunos se dan cuenta antes, y otros, después.

Sin embargo, en algunos momentos todo es confuso..., hay demasiado ruido, y eso no ayuda a la tranquilidad. A veces se confunden medias verdades con mentiras, derechos con simples opiniones, manipulación con violencia, odio con intereses, egos y venganza con política. Se puede soportar cierto tiempo la intranquilidad y la llamada post-verdad, incluso la mentira, pero la multitud y la calle pueden confundirse con la representación del pueblo. Es lógico que tenga que llegar un tiempo en que haya que decir basta, porque la educación, el crecimiento y el trabajo implican comportamientos personales y sociales responsables. Adentrándonos en la ley, ésta debe cumplirse por y para todos, y de ella nace el orden, por lo que la ley no se puede cambiar de un día para otro. Cambiando de tercio, el respeto a las ideas, las personas y la libertad, son claves para la democracia y para la convivencia, y en el mundo actual el aspecto social y el personal deberían ir de la mano. La verdad que pretende reescribir la historia, la política del todo vale por un voto, y el ruido que se cree más fuerte que el silencio, deberían desterrarse. La verdad que sacó de las dudas a Descartes es anterior a él, por lo que escribió lo siguiente : «Notando que la verdad yo pienso, por lo tanto soy”, era tan firme y cierta, que no podían quebrantarla ni las más extravagantes suposiciones de los escépticos, juzgué que podía admitirla, sin escrúpulo, como el primer principio de la filosofía que estaba buscando». Pero esas palabras de Descartes no eran sólo una certeza filosófica, ya que como anteriormente dijo Tomás de Aquino«no estudiamos filosofía para coleccionar opiniones, sino para saber qué hay de verdad en las cosas».