Las mariposas de Ainhoa
Salió al escenario con un vaporoso vestido blanco que brillaba con las luces del teatro. La Filarmónica de Málaga y el Coro de Ópera esperaban su presencia para acompañarla en la gala lírica que llenaba por completo el Teatro Cervantes. Ainhoa Arteta, magnífica soprano vasca a la que he visto alguna que otra vez, volvía a Málaga para deleitarnos con el torrente de su preciosa voz cantando ópera y zarzuela. De ella, una de las grandes del bel canto, guardo recuerdos inolvidables de momentos en que su voz, resonante y prodigiosa, se elevó por encima del asombro y de silencios que se podían cortar, y nos emocionó hasta la lágrima. Uno de esos mágicos instantes fue delante de la Macarena, que estaba en su basílica entre velas y flores esperando salir en procesión. La soprano estaba entre la gente delante del paso, y en una insólita escena que nadie esperaba, buscando emocionada los ojos de esa virgen que levanta pasiones en Sevilla, empezó a cantar, solemne, el Ave María de Gounod. El silencio espeso impresionaba. Ocultos bajo el paso, los costaleros oían la oración. Los cofrades enmudecieron, y en aquel silencio sacro perfumado de incienso, la voz rotunda y melodiosa rezó cantando la más bella oración que he oído nunca. Qué estética tan impresionante. Creyentes y no creyentes se emocionaban igual oyendo sin pestañear esa voz excelsa que se elevaba dulcemente hasta el infinito. No hace falta creer para llorar con algo así. La belleza no tiene credo.

Otra vez, Ainhoa nos sorprendió en el desfile de la Hispanidad en octubre de 2019. Sonaba la música triste que acompaña el acto de homenaje a los militares que perdieron la vida en acto de servicio. De manera inesperada, Ainhoa Arteta, recién casada con un capitán de corbeta, interpretaba La muerte no es el final mientras los soldados desfilaban solemnes portando la corona de laurel que simboliza “honor y gloria”. Su voz versátil, que igual canta ópera, zarzuela o canción española, volvía a romper el silencio con esa canción tan triste que ella embelleció: Cuando la pena nos alcanza / por un hermano perdido... Lo recuerdo ahora viendo imágenes del desfile de este año. Siempre me gusta su vistosidad y siempre me emociona esa canción de duelo que quiere ser de esperanza.
Ainhoa Arteta, una de las sopranos más internacionales, debutó en Nueva York con la Mimí de La Bohème. Ella siempre quiso cantar ópera desde que, con seis años, su padre le regaló un disco de María Callas. Ha sido Tosca, Cio cio san, Mimí, Violeta..., y ha cantado en los mejores teatros del mundo. En la gala lírica del Cervantes, ella y el tenor José Bros nos deleitaron con una preciosa recopilación de ópera y zarzuela. Ainhoa brilló, como su vestido, cantando Vissi d'arte de Tosca. La capa etérea que la envolvía se movía al cantar como las alas de una mariposa. A la soprano le gustan, como a mí, las mariposas. Símbolo de libertad y renacimiento, tiene con ellas una conexión especial; quizá algo mágico que le trae suerte y le regala alegrías después de la tristezas. Estuvo a punto de morir en 2021 pero se recuperó casi milagrosamente después de estar en coma. Tal vez las mariposas, “mensajeras de otro mundo”, revoloteaban a su alrededor mientras dormía y le transmitieron con su grácil aleteo pálpitos de vida. Nuevas ganas de vivir. Y con la ilusión recuperada y su entusiasmo por la música, se movía cómoda por el escenario dejando en el aire su virtuosismo, su impronta de magnífica cantante.
Maravillosos la Filarmónica de Málaga y el Coro de ópera, que nos deleitaron con Patria oppressa, La leyenda del beso, Coro de Románticos de Doña Francisquita... Precioso concierto. Magníficas músicas acompañando con su excelencia tan grandes voces. Ainhoa Arteta estaba feliz, el teatro vibraba con los aplausos de un público entregado, puesto en pie. Ella, con la mano en el corazón, sonreía agradecida, mientras sus invisibles mariposas danzaban alrededor abrazando su alma. Pensé en el poema de Lorca: Luz del candil / mariposa del aire / ¡quédate ahí, ahí, ahí...!
Después de tan hermoso concierto, siento que aún queda mucho por sentir, mucho por lo que alegrarse. Que es un privilegio estar viva, abierta a las emociones en cualquier lugar: una iglesia, un desfile, un teatro..., a pesar de las tragedias que entristecen el mundo.
Otra vez las mariposas expandieron su magia alborotando mi ánimo, empujándome a volar con ellas.
Y otra vez la música fue mi abrazo, mi calma, mi refugio... Mi paz..