¿Habéis observado alguna vez cómo se agrietan esos preciosos lagos helados en primavera? ¿Y cómo esos surcos comienzan siendo pequeñas e indecisas grietas, hasta llegar a convertirse en grandes fisuras que rompen el hielo y deshacen la solidez de sus aguas?
Es fácil teorizar. De hecho, estamos construyendo un amor de mentira a golpe de decreto teórico. Hoy en día proliferan los profetas de la ciencia, de lo comprobable, de lo que se puede pesar y medir.
Todo en mí está cambiando. He pasado al otro lado: al del escritor, al del hacedor; y en él solo descubrí incertidumbres, sombras con las que jugar en la pared.
No me gusta hablar de límites ni de extremos. Me gustaría creer que aprendemos a movernos en los intermedios, entre los claros y los oscuros.
Me dejaron atrapada. En uno de esos terrizos habilitados para aparcar, asistí a un baile de máquinas sin corazón. Y no, no me refiero a los coches.