Y fuimos buenos

Hubo un tiempo en el que fuimos buenos -ni todos, ni todo el tiempo, pero lo fuimos- cuando ella llegó.

Hace ya unos años que como un huracán arrasó nuestras vidas. Un virus que nos atacó por dentro y por fuera, que nos paralizó como personas y como sociedad. A todos, en todo el mundo.

Nunca hubo algo tan universalmente compartido. Países ricos y pobres, zonas frías y tropicales, norte y sur… nos buscó a todos, hombres y mujeres, blancos y negros, niños y ancianos. No discriminó por edades, sexo o religión.

Fue el virus más democrático del que tengo noticias, llegó y nos enseñó a valorar las cosas realmente importantes, el papel higiénico, por ejemplo.

Y nos enseñó a ser buenas personas, a ayudar al otro. Y lo fuimos, especialmente ante el desvalimiento de las personas mayores, de los que vivían solos. Y les hicimos la compra y los saludábamos desde el balcón.

Reconocimos y aplaudimos a los que fueron nuestros ángeles, a quienes llamamos héroes sin capa, a los sanitarios y a tantos otros profesionales que mientras nosotros estábamos en casa protegiéndonos de la covid, cuidaban a los demás.

Vimos el dolor, la impotencia de la pérdida y sufrimos el miedo a morir repentinamente, a irnos sin poder abrazar a quienes queremos. Parálisis, incomprensión. Nos mantuvimos en encerrados y sobreviviendo.

Tuvimos rutinas de sociabilización virtual, con video llamadas desde las que celebrábamos cumpleaños, aniversarios y nacimientos. La soledad y el frio nos acompañaron en hospitales donde el pánico intentaba convivir con la fe, la resignación con la esperanza.

Lloramos por no poder acompañar a los que se fueron y en este horror de magnitud y consecuencias inconmensurables, agradecimos y subsistimos.

Pensamos que todo aquello nos traería algo bueno, el cambio de la humanidad llegaría tras la pandemia, y compartiríamos, oiríamos, ayudaríamos al prójimo. Si, creímos que este cambio nos haría mejores.

Ahora no nos amenaza la covid, es la guerra, la hambruna, el fuego o las inundaciones, se llame covid, dana, Gaza o Ucrania es la deshumanización en mayúsculas.

Y es cierto, fuimos buenos… no todos ni todo el tiempo, pero lo fuimos, y parece que algunos aprendieron desde entonces a valorar lo realmente importante para la humanidad: ¡Que no nos falte el papel higiénico!