lunes, 03 de noviembre de 2025 19:20h.
Cultura

Capítulo IV: Pérdida y encuentro

Por las noches, ya en la cama, se ponía la caracola al oído para escucharla hasta quedarse dormido.  Al sonido de la caracola aparecían los sueños. Pero ocurre que, a veces, entre estos sueños se cuela alguna que otra pesadilla.

Sueño, pesadilla y realidad se mezclan hasta que Salvador Rueda descubre que de esos materiales también saldrá algo bueno. Y así será, porque pronto la vida pondría en su camino a esa  otra persona que le ayudaría, ese otro ser benefactor será Narciso Díaz Escovar.

Capítulo III: Una nube

Parece que en la niñez el tiempo pasara despacio, que los días son inacabables, que hay lugar para todo. Tiempo para perderse en el ensueño que brinda el horizonte marino; tiempo para observar los nidos de perdices, abubillas, o verderones. Tiempo para escuchar los cuentos de la madre y los consejos del padre; tiempo para jugar con sus hermanos Ubalda y José. Pero en ese tiempo lento y armonioso, Salvador comienza a vislumbrar una nube.