Trovadores del amor
Voces hermanadas con la tierra. Planicies y montañas, ríos y cielo. Territorios con la memoria saturada de sufrimientos y conclusiones letales.
Voces de trovadores imprescindibles para el planeta que cuentan –y cantan– gestas humanas que jamás deben ser olvidadas, porque se yerguen en nuestro existir como esencia primordial bajo la atenta contemplación de las estrellas de este cosmos al que pertenecemos, y exige que alcemos la mirada para no olvidar que nuestro destino se llama Amor, que tanto se confunde con posesión, codicia, mezquindad y el infame afán de poder.
Cuerdas que tañen senderos inequívocos para lo ancho de la vida. Flautas que soplan aires de cumbres vírgenes. Manos que percuten sonidos antiguos de soledad y furia. Y todo ello, sonando al unísono con la maestría y el primor del músico, se llama Inti Illimani.
Declaran que tienen como hada madrina a Violeta Parra. Como chilenos que saben de su historia, interpretan su música y su poesía con un virtuosismo poco común, como si fueran ángeles protectores de su memoria y el sufrimiento que soportó dolorosamente hasta el límite que tiene la humana resignación. También de Víctor Jara. Otro chileno trovador al que le mataron sus manos, porque la música no la tenían al alcance de sus odios.
Como almas agradecidas, suelen comenzar sus conciertos con una tarantella, compuesta para agradecer a Italia la acogida que les dispensaron cuando sucedió el golpe de estado militar en Chile mientras estaban de gira en ese país. El incomprensible exilio de la música, como si fuera posible aprisionar entre fronteras una substancia de naturaleza cósmica.
Se me agotan las palabras con aderezos de belleza. No significa ello rendición sino traslación a lo verdaderamente importante:
https://www.youtube.com/watch?v=d5io0njLvK0
Dejo esta ventana abierta a la curiosidad. La exiliada del Sur. Para que cada cual juzgue y disfrute libremente.