La pérdida de la privacidad
En la actualidad, debido al uso de las redes sociales, hay una gran la circulación de datos personales, sociales y políticos.
Para las compañías electrónicas dichos datos son informaciones muy importantes por la utilidad comercial, y el poder que adquieren; las recogen de forma ilícita. Es también una estrategia global que llega incluso a los mismísimos gobiernos. Internet se ha convertido en un campo de extrema vigilancia. A esto hay que agregar el peligro de subidas de bulos para desacreditar a personas, instituciones sociales o políticas; con el objetivo de crear enfrentamiento por el poder.
En este ámbito digital surge el problema contra ‘la libertad a la privacidad’: como usuarios se nos debe respetar el derecho a que mantengan nuestros datos protegidos y la seguridad en línea. Pero las empresas tecnológicas se oponen a nuestra privacidad, recopilando los datos y utilizarlos en su propio beneficio comercial.
Me preocupa la pérdida de privacidad, y somos una gran mayoría quienes consideramos que perdemos el control de nuestra información personal. Pero otros piensan “que me espíen que yo no tengo nada que esconder”. Este razonamiento es engañoso y fue introducido hace años ya por los dueños de algunas empresas que hacen dinero usando nuestros datos. Uno de ellos fue Mark Zuckerberg, quien configuró las opciones de privacidad de Facebook, para que de manera predeterminada tuviese amplios permisos de acceso a nuestros datos personales. Recibió una lluvia de críticas de usuarios enfadados, y declaró a The Guardian que “la privacidad ya no era una norma social”.
Razón para que pensemos en ‘la libertad’ como concepto, que como sabemos es amplio. Pero, en este artículo, quiero centrarme, en ‘la libertad de expresión y ‘la privacidad de la libertad’, derechos que, aparentemente, se contraponen, si no se actúa con la debida responsabilidad y respeto.
El respeto a la ‘privacidad de la libertad’ es un concepto que se refiere a la protección de la libertad individual frente a la interferencia arbitraria o ilegal en la vida privada de una persona. Implica que nadie debe ser objeto de injerencias en su vida privada, familia, domicilio o correspondencia, ni de ataques a su honra o reputación. La ley debe proteger a las personas de tales injerencias y ataques.
La privacidad es una condición necesaria y previa para ejercer la libertad de expresión. Porque sin privacidad careceríamos de ese espacio necesario para pensar y expresar nuestra opinión. Pero para ejercer la libertad de expresión está, ante todo, el respeto a la dignidad humana. Debemos ser responsables de nuestras acciones ante nosotros y los demás.
El derecho a la privacidad se está vulnerando: somos menos libres. Es muy doloroso vivir en una sociedad donde no se respeta la privacidad de uno y de los demás, porque se convierte en una sociedad asfixiante.
Estas circunstancias de control y de manipulación nos plantean preguntarnos: ¿qué actitud tomar? Si rebelarnos: alejándonos del mundo digital; o bien enfrentarnos exigiendo el cifrado y la protección de la ley. O conformarnos y clicar ‘me gusta’, a pesar de la impotencia que podemos sentir ante las ‘cookies’, que se llevan nuestra intimidad. La cual la utilizan y la venden. Tú decides.