Todos estamos solos, y a la vez nadie lo está
Obsesión con un examen, obsesión con una persona o con la idea que nos hemos hecho de ella, obsesión con que algo funcione, obsesión con aquel error, obsesión con que salga bien el trabajo...
Obsesión con un examen, obsesión con una persona o con la idea que nos hemos hecho de ella, obsesión con que algo funcione, obsesión con aquel error, obsesión con que salga bien el trabajo...
El descrédito que sufre España y sus instituciones no es nada nuevo, ya que cada día se conocen nuevos datos que avalan ese descrédito del sistema democrático.
Decir que Europa es «un espacio de libertad, seguridad y justicia dentro del respeto de los derechos fundamentales» es totalmente falso.
Una Administración fuerte, con personal independiente, es lo que hace a un Estado fuerte, porque un Estado fuerte no es que sea compatible con el libre mercado, es que es imprescindible para que el libre mercado no se convierta en el mercado del abuso.
En una sociedad avanzada no sólo hay que aprovechar los alimentos, también hay que preservar los recursos y poner en valor los esfuerzos y el conocimiento para que no acaben en la basura.
Como los eslabones de una cadena o como las piezas contiguas de un puzzle, los cargos y las cargas son complementarios, consecutivos e indisolubles. ¿Y qué fue antes el cargo o la carga?
¡Que viene el coco!, nos decían de pequeños... ¡O la bruja! La cosa consistía en meternos el miedo en el cuerpo y de paso conseguir alguna cosa: básicamente, que no diéramos guerra.
Hubo quien dijo hace siglos que no hay casualidades, ya que todo sucede por alguna razón, y no hay señales muy perceptibles, pero con ellas, algunos se dan cuenta antes, y otros, después.
Dicen en muchas zonas de Francia que si vamos paseando por la calle y se respira aire de bulevar, eso es poesía.