Relato revisionista y demoníaco

La izquierda española es una consumada especialista en manipular a los muertos. Esta izquierda lleva desde que apareció un tal José Luis Rodríguez Zapatero intentando rematar a Franco... Sí, hoy cincuenta años después de que muriera de viejo en la cama. Esta izquierda lleva ya bastantes décadas arrojando contra la oposición la memoria de la Guerra Civil, los huesos del dictador, el desastre del Prestige, las víctimas del 11-M, los muertos de lo que se llamó pandemia, los ahogados por la Dana o los fallecidos en las residencias. Estos “zurdos políticos” también llaman homicida en el Parlamento a Carlos Mazón semanas después de presentar su dimisión. Sí..., quienes abandonaron miserablemente a las víctimas (acuérdense del “sí necesitan ayuda que la pidan”) y que pertenecen aún al viejo Partido Comunista aunque se llamen PSOE o SUMAR, se muestran hoy muy valientes lanzando improperios a la cara de los rivales que ya son cadáveres políticos, y es que siempre se les ha dado mejor utilizar a los muertos que gobernar a los vivos. Estos de la izquierda llevan noventa años intentando mediante la propaganda ganar una Guerra Civil que perdieron en el campo de batalla, y también falseándolo todo. Falsean a través de un infame revisionismo histórico promulgando leyes pactadas con los asesinos de Bildu para incluir fechas que a éstos les interesan. Nunca aceptarán la historia de una República que nació con buenas intenciones, pero fracasó de forma estrepitosa por su intransigencia en excluir de ella a toda la oposición. La izquierda lleva desde la derrota de Aznar inventando un relato infantil y demonizando la existencia de cualquier alternativa, cuando la esencia de toda democracia -y el final de toda dictadura- deberían suponer una pacífica y deseada alternancia política. Estos progres llaman ultraderecha a todos los que no comulgan con el credo socialista, cuando nunca han considerado que sus variopintos socios de Gobierno, que aspiran sin ningún rubor a destruir España, sean herederos de una ultraizquierda atroz, ese fracasado comunismo que dejó en el siglo XX cien millones de muertos. Llevan desde el primer Gobierno de Sánchez eludiendo cualquier responsabilidad, colonizando todas las instituciones del Estado, falseando todas las estadísticas, inventando una inexistente prosperidad económica y engañando miserablemente a una población que, de forma sorprendente, aún les mantiene un suelo electoral cercano al 25% y a cien diputados en el Congreso.