El sueño de un gigante
El tiempo. Nuestro tiempo humano medido por el reloj y el calendario. Tiempo confinado y planetario con el que fragmentamos y etiquetamos de forma organizada la vida, la historia, y hasta el futuro más o menos inmediato:
El tiempo. Nuestro tiempo humano medido por el reloj y el calendario. Tiempo confinado y planetario con el que fragmentamos y etiquetamos de forma organizada la vida, la historia, y hasta el futuro más o menos inmediato:
Voces hermanadas con la tierra. Planicies y montañas, ríos y cielo. Territorios con la memoria saturada de sufrimientos y conclusiones letales.
Crece en el planeta la ignominia con infames augurios de oscuridad, como enredadera parásita en la hermosura del bosque.
Pudiera parecer que escribir sea una suerte de respirar para no sucumbir a un ahogamiento. Un modo de respirar atávico que permite visualizar imagen, recuerdo y palabras para dar forma a lo escrito.
Esta tarde, en el calor de la tarde, en el sudor de la tarde, nos dejamos mecer por la voz de Billie Holiday.
Un solo fotograma, un relámpago, un flash en el más recóndito rincón de la memoria, tal vez un imperceptible Big Bang del que surge el ser.
Llamas serenas en el hogar templando la quietud de una tarde de enero. Lanzas incandescentes en pos de las alturas, inútilmente, al son de un adagio de Rachmaninoff, concedido a un oyente en la radio, que cuenta cómo esta música la sintió como un portal que se le abría a una nueva dimensión; y que entonces provocó el empañamiento de sus ojos.
Un susurro materno dirigido al morador de su vientre que aguarda el instante de pertenecer al mundo.
Se le ve el plumero al pavo real cuando exhibe su plumaje y alardea de colores irisados. No es contemplación para nuestros ojos, sino para las hembras de su especie; eso dicen.