viernes, 26 de abril de 2024 00:02h.

El escultor Jaime Pimentel

Este axárquico, afincado en Almayate, que ha alcanzado las máximas cotas en el difícil mundo de la escultura andaluza, nació en la Cortijada de Los Rubios en el verano de 1933. Tiene ahora, por tanto, 89 años y, a no dudar, se encuentra en la etapa de la vida de un artista con una gran potencialidad creativa, con la madurez perfecta para la fertilidad artística, y en una posición inmejorable de reconocimiento general. 

Este axárquico, afincado en Almayate, que ha alcanzado las máximas cotas en el difícil mundo de la escultura andaluza, nació en la Cortijada de Los Rubios en el verano de 1933. Tiene ahora, por tanto, 89 años y, a no dudar, se encuentra en la etapa de la vida de un artista con una gran potencialidad creativa, con la madurez perfecta para la fertilidad artística, y en una posición inmejorable de reconocimiento general. 

Picasso decía aquello de que “la inspiración existe; pero tiene que encontrarte trabajando”. Así es de entender que Pimentel, trabajador nato e incansable, estudioso, insistente, corredor de fondo y de alma inquieta, sea uno de los escultores más inspirados de este país.

Sus hijos de bronce, sus obras corpóreas, ya sean caballos, cenacheros, ángeles, mujeres, pescadores tirando del copo… endulzan el caminar de los de esta tierra del sur, y se convierten en los mediadores de lo inexpresable permitiendo a este artista comunicar sus peculiares visiones de la realidad que, a veces, resultan más reales que la realidad misma.

Sus maestros noruegos Anne Grindalen y Arnstein Arneberg se sentirían hoy tremendamente orgullosos de haber ayudado, como lo hacen los arcos a las flechas, al lanzamiento hacia el infinito creativo de este veleño singular. Desde la exposición madrileña en ‘Amigos del Arte’ (1961), al homenaje a la mujer en la rotonda veleña, Jaime Pimentel ha recorrido mucho camino. Primero fueron el Cenachero, el Biznaguero, la Chiquita al Sol, el Borriquito…, luego vendrían las Gaviotas del Retiro, Ícaro, el Ángel Atlético, los Cuatro Jinetes…, para seguir más tarde, cerca de la década de los años ochenta con el Génesis, Ola… Y además pinta, y hace sus pinitos en la música, y… es que, como dijera el viejo filósofo, “nada de lo humano le es ajeno”. 
Pimentel es un artista que ha gozado siempre del beneplácito de los expertos. Raúl Chavarri, Santiago Castelo, Rosa Martínez de Lahidalga, José Prados, etc., etc. dijeron de él y de sus obras cosas bellísimas.

En la actualidad existen esculturas de Pimentel en Oslo, Mobile, Munich, Santander, Madrid, Castellón, Plasencia, etc., etc. Y por Málaga, cómo se podría reconocer a la capital de la Costa del Sol sin su Cenachero, o a Vélez-Málaga sin su Juan Breva, ni a Benalmádena sin su Niña de la Concha

Pimentel ha logrado descubrir el alma del bronce, el alma del hombre y el alma de Málaga, y se ha esforzado tratando de comunicar con su lenguaje creativo las esencias de lo que somos, de lo que soñamos ser, de lo que quisimos alcanzar. Porque para Jaime Pimentel no hay fronteras en los tiempos, en los espacios, en las razas, en la luz ni en el mundo diverso que nos ha tocado vivir. 

Porque para él lo importante es vivir, y vivir es crear, y crear es soñar y esperar, buscar y defender un mundo mejor y mejorado, una sociedad más culta y en crecimiento, una civilización más densa y más fluida a la vez, más transparente y más sólido-rígida a la vez, más templada y tentadora a la vez, más valiente y honesta a la vez.

Si el arte es la firma de la civilización, Jaime Pimentel es un inagotable vivero de autógrafos para entender nuestro tiempo y el del siglo XX. Desde el Pensador de Rodín hasta el último engendro que aún se halla en el estudio de Almayate de Pimentel, la firma escultórica de la civilización del presente tiene claves que merecen ser interpretadas.

Acaba de aparecer un libro del profesor Alfonso Garandillas, titulado Jaime Pimentel, escultura pública y monumental. Editado por CEDMA, que ha sido coordinado por Miguel Ramón Morente, y compuesto y maquetado, con todo cuidado y belleza, por Susana Mendoza Ortega.

Buena ocasión para conocer más y profundamente a un artista veleño universal.