jueves, 10 de octubre de 2024 03:07h.

Libros en abril

“La palabra escrita me enseñó a escuchar la voz humana”, dice Mar­­guerite Yourcenar en su Memorias de Adriano

Magnífico li­bro que narra en pri­mera persona y de una forma serena la vida de este emperador romano; uno de esos libros interesantes que te dejan huella, que invitan a pensar. Los libros guardan entre sus páginas esas voces humanas de las que aprendemos tanto; voces diversas que nos abren el alma de los protagonistas y nos llevan, por el camino de la palabra escrita, a conocer otras vidas, otros paisajes, otras formas de sentir. Rodeada de libros que esperan hacerse oír en esta tarde abrileña que invita a la lectura, pienso en lo gratificante que es perderse en las vidas de otros, oír las voces desconocidas que nos hablan desde esas páginas abiertas que huelen a nuevo y esperan anhelantes ser leídas. Historias que nos harán pro­tagonistas, que nos causarán asombro, felicidad, tristeza, admiración..., historias dormidas en prosa o en verso que despertarán en nuestras manos al calor de nuestros ojos, y nos descubrirán pálpitos de vida, latidos de corazones anónimos que dejaron su impronta en el papel.

En recuerdo de Cervantes, el 23 de abril se celebra el Día del Libro. Charlas, firmas de autores, casetas de libros en las calles, actividades culturales que intentan fomentar la lectura. La palabra escrita espera impaciente para ser leída, la voz humana se nos acercará haciéndose oír entre los renglones que guardan el sentir del que escribe y se abrirán de par en par las ventanas del sentimiento para que otros se impregnen de él. Desempolvar los rincones íntimos donde duermen los sueños,  hacerlos hablar,  airear las venas de papel en donde fluye la prosa para que el lector aprenda a escuchar la voz humana. Los libros me hablan, mantengo con ellos una relación de amor desde hace ya mucho tiempo, desde que Bécquer y sus versos me atraparon y la voz humana empezó a interesarme. Miro los que esperan en mi rincón de lectura y, aun cerrados, sé que me van a emocionar; uno me llevará en verso a la calma de mares azules que me llenarán de paz, o a las mareas de un mar enfurecido que me encogerá el alma. Otro me contará his­to­rias de vidas maltratadas que despertarán con­cien­cias y me harán pensar. Y otros me llenarán de mú­si­ca y de pareceres. For­­mas de mirar al mar, Los velámenes del Vieux Port, Palabras hechas, Con vistas al mar..., todos de la colección Libros de La Axarquía, absolutamente recomendables, editados por Francisco Montoro, historiador, escritor, editor... Una persona admirable que es feliz rodeado de libros, cuidando libros, mimando libros. Libros que esperan su momento para acercarse a mis ojos, que seguirán la palabra escrita con interés, buscando conocer lo que guardan esas líneas negras que estrenan miradas, esas voces calladas que quieren hablar, compartir su manera de pensar, su filosofía.

La palabra escrita de Marguerite Yourcenar me enseñó a conocer la voz de Adriano, su tiempo, su obra, su pen­samiento.  Acercarse a los libros siempre es un acierto. Los libros nos distraen, nos enseñan, nos hacen soñar; nos invitan a conocer el mundo de la mano de sus protagonistas, y de alguna manera a vivir con ellos otras vidas. Celebrar el Día del Libro es una buena ocasión para acercarse a ellos y apostar por esos títulos nuevos que esperan  anhelantes el abrazo del lector. Abril es un mes hermoso para casi todo, “abril para sentir, abril para soñar”, también para abandonarse a la lectura; las tardes de abril invitan al encuentro íntimo con historias diversas que nos aislarán de la mediocridad que nos rodea. Lo superficial, la falta de valores, la actualidad revuelta, espantosamente triste, que nos golpea a diario. Perderse en la quietud de un libro no arregla el mundo, pero serena el ánimo mientras viajas con él a cualquier parte en brazos de la literatura. En abril florecen los campos, el paisaje se viste de colores nuevos que nos alegran los ojos con su hermosa policromía. Los libros también florecen en abril, la palabra escrita se expande y perfuma el aire con aromas de sabiduría. La palabra escrita nos enseña a escuchar la voz humana... 

Sigamos oyendo. Sigamos leyendo.