Emilia García
Columnista de Noticias 24
Emilia García
Opinión

Arreglar el mundo

Un científico tiene una gran idea para que su hijo de 7 años se distraiga y deje de distraerle. Coge una revista que tiene sobre su mesa, y arrancando una de sus páginas en las que se representa el mapa del mundo, la corta en pedacitos desiguales y se los da al chiquillo para que lo recomponga.

Cultura

Capítulo IV: Pérdida y encuentro

Por las noches, ya en la cama, se ponía la caracola al oído para escucharla hasta quedarse dormido.  Al sonido de la caracola aparecían los sueños. Pero ocurre que, a veces, entre estos sueños se cuela alguna que otra pesadilla.

Sueño, pesadilla y realidad se mezclan hasta que Salvador Rueda descubre que de esos materiales también saldrá algo bueno. Y así será, porque pronto la vida pondría en su camino a esa  otra persona que le ayudaría, ese otro ser benefactor será Narciso Díaz Escovar.

Cultura

Capítulo III: Una nube

Parece que en la niñez el tiempo pasara despacio, que los días son inacabables, que hay lugar para todo. Tiempo para perderse en el ensueño que brinda el horizonte marino; tiempo para observar los nidos de perdices, abubillas, o verderones. Tiempo para escuchar los cuentos de la madre y los consejos del padre; tiempo para jugar con sus hermanos Ubalda y José. Pero en ese tiempo lento y armonioso, Salvador comienza a vislumbrar una nube.

Opinión

Me quedo con el mito

Llega el verano con su aliento de fuego. Son días estos en los que una no tiene ganas de nada; en los que hasta el aire parece materializarse y el cuerpo se hace pesado.

Cultura

Capítulo 2: El párroco maestro

¿Creéis en las hadas? ¿En los ángeles de la guarda? ¿En esos seres benéficos que a veces parece que os acompañan para facilitaros el camino? Pues en la vida de Salvador Rueda se les puede ver. Aparecen y lo guían, lo acogen y aconsejan. El primero de estos seres benefactores fue el padre Robles.

Opinión

El ruido y la furia

Me resulta de lo más placentero llegar a casa y sentarme en la cocina totalmente en silencio después de haber estado callejeando por el barrio tragándome ese soniquete producido por los motopicos (se cierran y abren zanjas como en un cuento de nunca acabar); el tráfico y sus consiguientes perfidias acústicas, y ese zumbido de abejorro, lejano pero presente, que proporciona la ciudad. Vamos, que en mi cocina estoy en el paraíso. A mí con el ruido me pasa como con el viento; me desquicia bastante.

Opinión

Delito de vida

Italia, principios de los sesenta, una joven, esposa, madre y poeta, extenuada por el trabajo, la rutina cotidiana y la incomprensión del marido, se fuga de casa. 

Opinión

El Pueblo Libro

Entre barrancos, acequias,  castaños centenarios, abedules, robles, chopos, y bajo un cielo de azul inmenso que siempre es promesa de mar en la lejanía, mirando al sur, los pueblos de Alpujarra de la Sierra son sueños de lo apacible y sereno. Allí, el silencio sólo es roto por el rumor de las aguas o de las frondas.