Alí Babá y los ¿40 ladrones?

Hija, déjame contarte una historia, real como la vida misma, y como la misma vida, cíclica, periódica y tristemente cotidiana.

Es la historia de unos seres que han habitado desde siempre entre nosotros, y me gustaría que los tuvieses bien identificados, porque seguro que volverán.

Te hablo de unos ladrones peculiares, que fueron finalmente desenmascarados. No querían trabajar y soñaban con mandar, con tener mucho poder, un poder tan grande que les permitiera robar sin ser descubiertos.

Por su imagen, sus palabras y modales parecían gente de fiar, incluso muchos creían que eran auténticos salvadores y como tales eran considerados, solucionadores de problemas, gestores de soluciones, empáticos para con sus conciudadanos.

Querían tener una vida de lujo, coches de alta gama, chófer y asistenta, algunos hasta disfrutaban escogiendo mujeres a las que compraban con buenos regalos.

Las mejores vacaciones, destinos exóticos, aventuras épicas, y comer a diario en los mejores restaurantes, eso sí, sin poner dinero de su bolsillo y por supuesto sin pagar sus impuestos.

Eran personas hambrientas, tenían hambre de dinero y sed de protagonismo; necesidad de admiración, porque estaban enfermos de vanidad y contagiados de soberbia, la misma que les hacía pensar que esa vida regalada les pertenecía por derecho, porque eran mejores y mas listos que el resto de los mortales. Se sentían impunes y el silencio cómplice de los que los rodeaban, era su escudo protector.

Para conseguir todo eso, urdían planes y estrategias, sin escrúpulos, si principios ni consideración, sin ética ni estética, sin pausa y con prisa, porque su ambición siempre fue voraz.

—Mamá ¿y consiguieron lo que querían?

—Lo intentaron, y en muchas ocasiones lo lograron.

—¿Y también se escondían en una cueva para no ser descubiertos, como Ali Babá y los cuarenta ladrones?

—No hija, para eso se hicieron políticos.

—¿Sííííí? ¿De qué partido?

—Pues eran tantos que no cabían en un solo partido… Se escondieron en todos.