Vivir para ver

    El búlgaro Tzvetan Todorov en su artículo Más allá de los maniqueísmos ofrece un análisis de cómo actúan las grandes potencias económicas y militares.

Argumenta el historiador que para que el diálogo sea posible es preciso, primero, colocarse en la perspectiva del otro; segundo, que los actores del diálogo acuerden un marco común a su discusión, como la naturaleza de los argumentos que se admiten; tercero, buscar juntos la verdad y la justicia.

Pero este diálogo no se da cuando hay dominación y sometimiento. En la historia estas situaciones de dominación se han vivido cuando una potencia ha querido ampliar territorio. Pero, en la actualidad, las grandes potencias hacen uso del derecho de injerencia militar para manifestar su poder y con la finalidad de mantener su estatus de superioridad política y económica. Lo triste es que los ideales defendidos por Occidente como la libertad, la igualdad, el laicismo y los derechos humanos se utilicen como un camuflaje. Porque no se puede incentivar la libertad mediante la coerción, ni la igualdad mediante la sumisión.

Todorov habla largamente sobre la intervención que se hizo en Irak y en Afganistán, y sus consecuencias. Ahora, os invito a pensar sobre las guerras en Ucrania y Gaza. Tratar el tema nos acercaría al sufrimiento de las personas que las padecen. Pero, ahondando, descubriríamos las consecuencias políticas y económicas que se producen. Qué potencias actúan y cuáles son sus intereses. Podemos sentirlo ajeno a nuestras posibilidades, debido a nuestra impotencia para dar solución a la situación. Pero si queremos tomar conciencia sobre el tema, obliguémonos a llevarlo al terreno personal,  y preguntarnos: ¿Cómo nos afecta como individuo que pertenecemos a un país, a una comunidad política y económica  como es la Unión Europea, y a una potencia militar como es la OTAN?  Desde una visión  humana nos queda otra pregunta: ¿Cómo  vivimos y sentimos los conflictos de guerras?

Dar respuestas a las preguntas, según el historiador, nos hará ver cómo los valores que sustentan la democracia en los países occidentales como son la soberanía del pueblo, la libertad del individuo, la igualdad de derechos para todos y el reconocimiento de la pluralidad de sociedades humanas están en peligro. Porque se impone una economía global de las potencias que camuflan estos valores; tendiendo a una política reduccionista que no acepta la pluralidad social, ni cultural ni religiosa. Hace una simplificación exagerada identificando lo religioso con lo político, y anula también las identidades culturales. Esto conduce a una vuelta a la barbarie de las guerras con los choques de civilizaciones y los enfrentamientos de religiones. Pero el objetivo último de las potencias con la injerencia militar es imponer su poder económico. Finalmente me quedo con esta advertencia de Todorov: “si no logramos romper estos funestos enfrentamientos, la humanidad está amenazada”. Espero que se equivoque, y se pueda salvar la situación.