Uno de los temas más recurrentes de nuestro tiempo en el ámbito de la opinión pública y la política tiene que ver con la inmigración. Hace unos años, muchos periódicos europeos nos contaban la situación del barco Aquarius, al cual se le prohibió atracar en Italia con más de 600 inmigrantes ilegales a bordo. Este suceso no fue un caso aislado, tal y como hemos podido ver con el transcurso de los años con la crisis de los refugiados sirios, o con el “goteo incesante de vidas que se pierden en el Mediterráneo”. Cada vez que los medios de comunicación o nuestros representantes políticos prestan una atención especial a las oleadas migratorias, los espacios públicos se inundan de discusiones entre partidarios y detractores de acoger a inmigrantes. En estas discusiones, los que se oponen a este fenómeno utilizan las auténticas cifras sobre los beneficios económicos que los inmigrantes reciben por parte del Estado, y no son bulos. Estas cifras se difunden porque tienen base estadística, ya que los inmigrantes se benefician del trabajo duro de los españoles. Hace un tiempo se publicó un estudio como documento de trabajo que resaltaba precisamente la discordancia entre la percepción de la población sobre los inmigrantes y los datos reales. Tras realizar una encuesta en países como Alemania, Francia o Italia, los investigadores han analizado si las percepciones de los encuestados se corresponden con la realidad. Por ejemplo, la percepción de la población sobre el número de inmigrantes en Italia es la siguiente : los encuestados creen que los inmigrantes suponen el 10% de la población, mientras que el porcentaje real es de casi el 30%. En Francia y Alemania, los números son muy parecidos, por lo que en base a estos resultados podemos decir que la población no está al corriente del peligro real que supone la inmigración, sobre todo la ilegal. La evidencia es bastante clara : “muchos inmigrantes viven en condiciones mucho más favorables que muchos españoles, y además reciben más ayuda del Estado”.