miércoles, 01 de mayo de 2024 06:27h.

Esas pequeñas cosas

A pesar de los muchos defensores que parece tener el mensaje de la locución latina carpe diem, que nos exhorta a aprovechar el presente ante la constancia de la fugacidad del tiempo, muchas personas no aprecian el valor de un momento hasta que se convierte en recuerdo, en memoria de algo vivido que valoramos una vez ha  pasado.

Hace unos días estuve almorzando con un amigo en un restaurante de Málaga. Ahora que recuerdo ese momento, lo vuelvo a disfrutar, porque lo cierto es que pasamos una velada estupenda y la comida estaba riquísima. Para más inri, ya había estado disfrutando desde que quedé con él, pensando en lo bien que nos lo íbamos a pasar, y, por supuesto, en la misma comida, que, como ya he dicho, fue todo un disfrute.

Lo que quiero decir con este ejemplo es que en la vida es importante que aprendamos a tener anticipaciones positivas, esperando lo mejor de cada momento, pero también disfrutarlo mientras ocurre y luego cuando lo recordemos. Eso nos alimenta el alma triplemente, haciendo que nos sintamos dichosos durante más tiempo.

¿Ya no nos acordamos de lo mal que lo pasamos durante el confinamiento debido a la pandemia del covid? ¿Hemos olvidado cómo nos sentimos cuando estamos enfermos, postrados en la cama o muy limitados en cuanto a movilidad o cualquier otro aspecto de nuestra salud? ¿Somos conscientes de que, efectivamente, si no vivimos la vida con alegría y disfrutando de todo lo que podamos (aunque sean cosas de nuestro día a día) antes, durante y después, nos estamos perdiendo algo?

No sé si será por la edad o, simplemente, por el convencimiento de que la vida es un suspiro que nos ha venido regalado, que creo que debemos desterrar esa creencia de que nuestra existencia esté llena de tribulaciones y sea un valle de lágrimas, en espera de abandonar el mundo de los mortales y entrar en el Cielo o Paraíso que nos prometen las distintas religiones, lo cual ha sido una especie de consuelo de los más desdichados y de devotos creyentes que creían en esa recompensa en diferido que supone la gloria post mortem.

Respetando, por supuesto, las creencias de cada cual, eso no quita que en nuestro paso por la vida intentemos disfrutar de esas pequeñas cosas que jalonan nuestro quehacer diario y de que encontremos el placer al realizar las actividades cotidianas, disfrutando el momento presente, porque si no lo hacemos va a ser complicado que podamos llegar a sentir bienestar en nuestra vida. 

Un paseo por la playa o el campo, relajándonos y disfrutando del paisaje; una comida familiar o con amigos; estar con nuestros hijos disfrutando de su compañía; generar un buen ambiente en el trabajo; saborear un bonito atardecer e, incluso, limpiar y ordenar nuestra casa, imaginándonos lo bien que va a quedar… Y, por supuesto, pasarlo bien disfrutando de viajes, actividades culturales, fiestas…robándole a la vida todos sus buenos momentos. Si nos lo proponemos, cualquier actividad nos puede aportar algo y resultar placentera.

Decía el político y científico estadounidense Benjamin Franklin que “la felicidad humana generalmente no se logra con grandes golpes de suerte, que pueden ocurrir pocas veces, sino con pequeñas cosas que ocurren todos los días”. Así, si disfrutamos de las pequeñas cosas, tal vez un día cuando volvamos la vista atrás nos demos cuenta de que eran cosas grandes. El centrarnos y ser conscientes de lo que hacemos en cada momento nos va a permitir encontrar pequeñas alegrías en nuestras actividades cotidianas y puede que nos ayude a que nuestra vida fluya con más facilidad y nos proporcione tranquilidad y estabilidad.

Evidentemente, la aflicción forma también parte de nuestra vida, pero el saber lidiarla con entereza y espíritu positivo hará que sea más liviana y fácil de remontar. En la vida hay más momentos felices de los que nos imaginamos si  aprendemos a percibir lo extraordinario de lo cotidiano. No sabemos lo que nos depara el futuro; por eso, debemos esforzarnos en ser felices hoy y no dejar de disfrutar de esas pequeñas cosas  a las que no les damos ninguna importancia. Ya lo decía Serrat: “Hoy puede ser un gran día, date una oportunidad. Hoy puede ser un gran día imposible de recuperar.

Un ejemplar único, no lo dejes escapar, que todo cuanto te rodea lo han puesto para ti. Pelea por lo que quieres y no desesperes si algo no anda bien. Hoy puede ser un gran día y mañana también”. 

Amén.