Cada cual tiene su historia

Empezaré esta columna con una cita que hace ya siglos pasó a la posteridad : «Yo no puedo ser otro. Si hay algo que sé, es esto».

Después de pensar en la cita te vienen a la cabeza preguntas como : ¿Qué tengo yo? ¿Y qué quiero realmente tener? ¿Se parecen en algo mis posesiones y mis deseos? ¿Por qué a menudo la gente no está satisfecha con su vida, tiene otros sueños, aspira a más, pero siempre hay una realidad que se lo impide? Y detrás de estas preguntas cada cual tiene su historia. Me viene a la memoria la novela «El compromiso» de Elia Kazan, donde el protagonista se nos presenta como esa clase de hombre con una vida aparentemente repleta, una vida consumada, pero que es un hombre consumido, y un accidente le hace replantearse de pronto toda su existencia. El protagonista se aferra a eso del «sueño americano irrealizado», a la ilusión de una vida plena, al inconformismo material... Después de acordarme de la trama de la novela, piensas en todo aquello con lo que habíamos soñado de jóvenes, que hemos conseguido y que nos satisface, es decir, que con el paso del tiempo ya no nos puede aquel vacío desconcertante que nos preocupaba. Y ahora que estás satisfecho con tu vida te preguntas : ¿Y qué hacer ahora? ¿Qué hacer con una vida en la cual todo encaja a la perfección? Disfrutar del amor hacia tu mujer (en mi caso Eva) disfrutar del trabajo que te encanta... ¿Y a qué vienen todas estas preguntas? A que el camino que elegimos en todos los ámbitos de la vida debe ser el más correcto posible, el más satisfactorio posible. ¿Qué es lo que realmente quiero decir? Que elegí en su día los senderos que sentía dentro, muy adentro, y hoy los sigo sintiendo : sentimientos que se acumulan y forman tu vida, tus talentos y el sentirte bien contigo mismo.