Recordando a Martín
En 1973 llegó Martín Galán a Vélez-Málaga. Y lo hacía para vivir aquí, para quedarse. Y vivir, para Martín, era crear, pensar, escribir... Y quedarse era participar, colaborar, construir... Y no venía solo. Le acompañaba su musa Carmen, a la que tanto verso dedicó, con la que tanto amor compartió.
El cómo y el porqué Martín eligió Vélez-Málaga como lugar de llegada nos lo contaba en 1980: “...Estaba lejos de nuestra patria, en país lluvioso y de interminables días grises. Y un buen día llegó a mis manos un cuadernillo de información editado por la oficina de turismo española. Aquel folleto reproducía varias vistas de Vélez-Málaga. Una callecita de la vieja Villa, el patio de una casa señorial y una panorámica general de la ciudad. Blancas casas trepando hasta un cerro coronado por una fortaleza y sobre un fondo de azules serranías, campanarios, torres y torrecillas apuntando a un cielo de limpio azul. Pensé que una ciudad de tantas y tan buenas torres tenía que ser una buena ciudad. Así escogí, empecé a conocer y llegué a Vélez-Málaga...”
Venía desde París, de Mommatre, del imponderable barrio de los artistas, donde residía desde 1960 con el gran amor de su vida, la pintora Carmen Jiménez Alonso.
Tenía, por aquel entonces, Martín 63 años, pues había nacido en Melilla el 8 de octubre de 1910. En plena madurez, con las alforjas cargadas de experiencias y vivencias, y repleto aún de ilusiones. Había llegado a su “Medina”, desde aquella “Meca” europea, donde los bohemios se convierten en hombres, los hombres en artistas y los artistas en finos catadores de hombres y matices.
Había pasado mucho tiempo desde que colaborara asiduamente con la emisora Radio Melilla, con la revista Resurgimiento, con los diarios Ideal, de Granada, La Tarde, de Málaga, las revistas de poesía El Pírgano de Borondón, Caracola. etc., etc.
Había pasado mucho tiempo desde que ganara el primer premio del “Primer Concurso Literario Fiesta de la Poesía” organizado, en 1955, por el diario malagueño La Tarde...
Había pasado mucho tiempo desde que publicara sus Galeote, poeta maldito (Melilla, 1932), Melilla a la vista (Melilla, 1934), Estampas de mi ciudad (Melilla, 1935), Vida y Misterio del Perchel (Málaga, 1954)...
Y Martín se quedó en Vélez. Sin añoranzas de su Melilla natal, de su Málaga juvenil, de su París de la bohemia, de los pintores, de los escritores, del Louvre, de los grandes bulevares...
En Vélez-Málaga se reencuentra con la poesía, con las crónicas periodísticas, en La Tarde, el Sur..., con la pintura y los pintores, con “postales veleñas” sobre la historia de la ciudad, sus rincones, sus personajes...
Y luego vendrán sus Cuadernillos de Poesía a la Cruz del Cordero, ilustrados por Carmen, su nombramiento como académico de San Telmo, el nombre de una calle, el reconocimiento de todos...
El poeta Martín Galán Herrero –nuestro querido amigo y maestro Martín Galán– el venerable octogenario que nos descubriera el cómo hay que mirar para ver a Vélez, el cómo hay que soñar para amar plenamente, el cómo hay que buscar para encontrar lo que de verdad vale la pena... nos fue dejando caer, día a día, año a año, como pétalos en abril, sus sonetos, sus redondillas, sus romances...
Con dificultades para superar la desaparición de Carmen, su esposa, su compañera, su amiga..., y con un montón de años encima, Martín siguió fiel a Vélez-Málaga y a la Poesía, a la esperanza en el ser humano y a la cultura, hasta el último día de su vida
Sus poemas, tesoros de valor imperecedero, nos mostrarán siempre el espíritu sutil, el perfil multicromático y la sensibilidad creadora de un artista singular que descubrió en la Axarquía un lugar para vivir y crear.