Delito de vida
Italia, principios de los sesenta, una joven, esposa, madre y poeta, extenuada por el trabajo, la rutina cotidiana y la incomprensión del marido, se fuga de casa.
Italia, principios de los sesenta, una joven, esposa, madre y poeta, extenuada por el trabajo, la rutina cotidiana y la incomprensión del marido, se fuga de casa.
Un viajero que pasa por Vélez-Málaga en el siglo XIV -el natural de Loja Ibn Al-Jathib- escribió: “...Vélez es muy buena tierra y patria del creyente; su excelencia viene del abundante riego; es mucha su agricultura; sus campos fértiles… pero …los ánimos de sus moradores están divididos por la envidia y la desconfianza… y …su gente es aficionada a la murmuración y a los chismes…”.
Entre los arcos de ladrillo del hermoso patio mudéjar del Museo de Vélez-Málaga, acostumbrado a vivir grandes momentos de música, un brillante piano negro esperaba impaciente.
En 1996, el grupo de rock sinfónico Camel, compuso Harbour of tears (algunos lo traducen como El puerto del llanto).
Estas muestras estarán activas hasta el 12 de agosto
Recuerdo muy bien cuando era pequeño y, en mi casa y en el colegio, mis padres y mis maestros se afanaban en transmitirnos a los niños de mi época la importancia de no tirar papeles al suelo, de no maltratar las fachadas de los edificios, de respetar el mobiliario urbano, de no hacer, en definitiva, cosas que molestasen a los demás o que socavaran el patrimonio de todos: desde los bancos de los parques hasta los senderos que caminábamos, en una época donde la jungla del asfalto todavía no se había adueñado de nuestras vidas y los barrios de las ciudades tenían el campo más cerca.
Recién comenzado el nuevo año y terminadas las vacaciones de Navidad y Reyes, estamos intentando subir la famosa cuesta de enero, más conocida pero tan empinada como la de septiembre.
Hace unos días, el 21 de junio, se celebraba el Día de la Música, una fiesta que fue creada en Francia y que se extendió a toda Europa para promover el consumo de música entre los ciudadanos.