Amigo mío
Unos grandes ojos marrones observan la puerta fijamente. La cabeza reposa entre sus dos patas delanteras y suspira profundamente. Lleva varias horas sin moverse de allí, sin levantarse. No ha bebido ni comido. Sólo espera. Espera que se abra la puerta en cualquier momento, pero la puerta no se abre.