La larga espera y los actos incívicos convierten el pasaje del terror de Vélez-Málaga en una noche de Halloween crispada
La noche de Halloween, otro de los submarinos culturales yanquis, ha calado muy bien en la sociedad española. La noche en la que se escenifican los terrores, mezclados con caramelos y trucos o tratos, también puede convertirse en una coche de terror auténtico, terror a secas, como bien saben los británicos tras el ataque de unos tipos con cuchillo a los pasajeros de un tren.
También existe otro terror añadido que se pudo comprobar esa noche en Vélez-Málaga: las aglomeraciones, las largas horas de espera para acceder al pasaje del terror y las 'cuadrillas' que intentaban colarse, lo que generó no pocas discusiones, agrios enfrentamientos, amenazas y algún conato de violencia que, afortunadamente, no fue más lejos, ya que la zona estaba atestada de niños pequeños que sólo querían divertirse un rato.
Según testimonios recogidos por esta redacción, el ambiente estaba más que caldeado, con algún grupo de adolescentes impacientes que pretendían colarse y padres a medio camino entre la desesperación por la espera y la falta de respeto de estos grupos de jóvenes. La falta de más seguridad, dada la multitud de gente, según testigos presenciales, contribuyó en gran medida a la sensación de impunidad con que actuaban los ya referidos incívicos.
Afortunadamente, como decimos, la cosa no pasó a mayores, pero nadie evitó los momentos de tensión que pudieron desembocar en algo más grave.
"Esperemos que el Ayuntamiento tome nota de esto para próximos eventos multitudinarios", nos decía una señora que fue con sus hijos al pasaje del terror.
Dicho queda