Capítulo IV: Pérdida y encuentro
Por las noches, ya en la cama, se ponía la caracola al oído para escucharla hasta quedarse dormido. Al sonido de la caracola aparecían los sueños. Pero ocurre que, a veces, entre estos sueños se cuela alguna que otra pesadilla.
Sueño, pesadilla y realidad se mezclan hasta que Salvador Rueda descubre que de esos materiales también saldrá algo bueno. Y así será, porque pronto la vida pondría en su camino a esa otra persona que le ayudaría, ese otro ser benefactor será Narciso Díaz Escovar.