Feliz año, recayentes
Soy recayente, lo confieso: recaigo constantemente (cuanta musicalidad en la expresión), y no es que me guste serlo, pero hay tantas cosas que no me gustaría ser, que una más solo añade un número a la lista, no un drama.
No me gusta tampoco ser, por ejemplo, bajita, pero por más que sufra por ello, no voy a crecer, (aquí aplico yo la teoría de la inutilidad del sufrimiento).
Con tacones, minimizo ese disgusto, al igual que puedo corregir mi condición de recayente, aceptando que mi tendencia al recaimiento, más que un defecto, es una característica de mi naturaleza, como la estatura, y que además compartimos todos en mayor o menor medida.
A la práctica del ‘recaimiento’ se llega, como en el pecar o en el delinquir, por acción y por omisión, y se pueden repetir hábitos nocivos o positivos. Para desarrollar una ‘buena praxis recayente’, he descubierto el secreto, la herramienta: ¡Los propósitos del año nuevo! Y para este 2025 he elaborado una lista que ahora te comparto:
No recaer en saltarme la dieta todos los viernes para retomarla el lunes siguiente.
No recaer en darme de alta en el gimnasio, en enero para darme de baja en febrero.
No recaer en volver a fumar, comer insanamente y engancharme al móvil a todas horas.
No recaer en ese consumismo que me lleva a comprar lo que no necesito y a veces hasta lo que no necesito y además ya tengo, (por cierto, qué crees que nos provoca tanta adicción a las compras? ¿Las cosas materiales que compramos o la gratificante sensación de tener dinero para gastar?)
Continúo con mis propósitos, no recaer en procrastrinar, en derrochar un tiempo que no tenemos porque… tempus fugit.
Y ahora los más importantes. Me propongo:
Recaer en las llamadas y visitas a los míos, en sacar siempre un ratito para los amigos y los cafés, las comidas y sobremesas compartidas.
Recaer en viajar, ir al cine, al teatro, oír música, bailar, caminar… ¡hay tantas cosas qué hacer!
Recaer todos los días en ofrecer sonrisas y regalar palabras agradables a los otros, alabar su ropa, su trabajo, su carácter…incluso si no lo merecen.
Recaer en el agradecimiento sincero por todo lo que me vaya llegando, aunque no siempre sea bueno, habrá que pensar que todo es susceptible de empeorar, y que, aunque este pensamiento no sea un consuelo, suele ser el más práctico.
Recaer en el altruismo, en la solidaridad y en el respeto al otro, en querer y quererme más.
Y por supuesto recaer en prestar atención a lo importante, dar valor a lo que realmente lo tiene y disfrutar con alegría de ser un recayente sin remedio.
Te deseo, de corazón los que en este 2025, recaigas en todo lo que te haga crecer y ser feliz, y que, en los próximos 365 días, no dejes de ser un ‘recayente practicante’ de lo bueno.