martes, 16 de abril de 2024 00:00h.

El palacio de Beniel

Artículo de Francisco Montoro

Entre los edificios civiles de mayor singularidad de nuestra ciudad, destaca de modo especial el popular y visitado palacio de los Marqueses de Beniel  -Palacio de Beniel- que fuese levantado por el noble don Alonso Molina de Medrano, Colegial Mayor de Sevilla, que era miembro del Consejo Supremo de S. M. y Caballero del Hábito de Santiago. 

Fue construido a comienzos del siglo XVII, y, según afirma la compañera investigadora Purificación Ruiz, que lo ha estudiado en profundidad, las obras de construcción del edificio fueron contratadas el 6 de diciembre de 1609 y terminadas en 1612, con un costo total de 3.275 ducados. El maestro de obras que la ejecutó fue el Maestro Mayor de Obras de la Ciudad de Málaga, Miguel Delgado, que trabajó sobre un plano con todas las directrices a seguir, que le fue entregado por don Luis Tello Eraso, en representación de don Alonso Molina. 

La construcción se hizo siguiendo los gustos de la época, en lo que se llamó ‘Estilo Cisneros’, mezcla de mudéjar y renacimiento, según  lo definió el viajero francés por España don Francisco Bertaux.

El resultado fue un edificio con portada manierista donde se aprecia la libertad del carácter del primer barroco. Una escalera imperial con cubierta al estilo renacentista y con arcadas en el patio de tradición mudéjar y que utiliza columnas de  mármol blanco para sostener en los pisos bajo y alto una bella arquería de medio punto, excepto los arcos centrales que son rebajados carpaneles. 

En la fachada, a ladrillo visto, se pueden distinguir claramente las dos plantas más el ático que tiene el edificio. Puerta y dos ventanas laterales en el primer cuerpo, un balcón principal sobre el que aparece un frontón curvo, en el segundo, que está flanqueado por los escudos del marquesado de Beniel y dos balcones. En el ático, o galería alta, se distinguen cinco arcos de medio punto, así como cuatro dobles (dos y dos) en las esquinas, estos aljimezados con columnas de piedra.

Es fácil suponer que debió tener muy buenas puertas, que, con toda seguridad se desmontaron al venderse el edificio. Parece probarlo el magnífico artesonado que hay sobre el hueco de la escalera, una de las más bellas muestras residuales de esa carpintería que el mudejarismo legó a nuestra ciudad.
Durante sesenta y seis años el palacio estuvo en manos de  los Molina Medrano y 185 años en las de los Marqueses de Beniel, hasta que el 23 de noviembre de 1861 fue adquirido por el Ayuntamiento veleño, que pagó por él 59.670 reales. 

A lo largo de su vida el edificio estuvo destinado a diversos usos públicos. Fue sucesivamente albergue del Regimiento Zelanda de Caballería, residencia de los Capitanes Generales de la Costa  del Reino de Granada, palacio para eclesiásticos, alhóndiga… 

A principios del siglo XX se ubicó en él el Ayuntamiento, y, en la actualidad, es la sede de la Fundación María Zambrano.

También ha tenido otros usos relevantes como sede del CEP (Centro de Formación del Profesorado), en dos ocasiones o épocas, sede de la Universidad de la Axarquía, lugar de conferencias y exposiciones, sede durante treinta años del Festival de Guitarra Ciudad de Vélez-Málaga, etc., etc., en un claro ejemplo de lo que “pudiera ser” una Casa de Cultura.

No cabe duda de que es el edificio civil más señalado de la ciudad y que los veleños, quizá a fuerza de verlo y visitarlo, no lo valoran en su justa medida. Podemos asegurar, sin temor a error, que es una joya arquitectónica de primerísimo nivel, del que la capital de la Axarquía puede sentirse orgullosa.