jueves, 25 de abril de 2024 00:00h.

Martín Galán

Artículo de Francisco Montoro

En 1973 llegó a Vélez-Málaga el escritor Martín Galán Herrero. Y lo hacía para vivir aquí, para quedarse. El cómo y el porqué nos lo contaba en el prólogo de la “guía histórico artística de la ciudad” que con Francisco del Pino publicábamos, en 1980, bajo el título de Monumentos de Vélez-Málaga. Allí, Martín, nos confesaba su aterrizaje en la capital de la Axarquía con las siguientes palabras: 

“…Estaba lejos de nuestra patria, en país lluvioso y de interminables días grises. Y un buen día llegó a mis manos un cuadernillo de información editado por la oficina de turismo española. Aquel folleto reproducía varias vistas de Vélez-Málaga. Una callecita de la vieja Villa, el patio de una casa señorial y una panorámica general de la ciudad. Blancas casas trepando hasta un cerro coronado por una fortaleza y sobre un fondo de azules serranías, campanarios, torres y torrecillas apuntando a un cielo de limpio azul. Pensé que una ciudad de tantas y tan buenas torres tenía que ser una buena ciudad. Así escogí, empecé a conocer y llegué a Vélez-Málaga...”.

Venía desde París, de Mommatre, del imponderable barrio de los artistas, donde residía desde 1960 con su esposa, el gran amor de su vida, la pintora Carmen Jiménez Alonso. Carmen Jiménez -nuestra inolvidable Carmen- mitad es­pañola y mitad chilena, aquella que naciera un día de navidad en Parral (provincia de Linares, Chile), y que, al correr de los años paralelará su vida con Martín Galán, seguro que tuvo mucho que ver con la elección de Vélez-Málaga como lugar para vivir, como enclave para soñar, para quedar.

Martín había nacido en Melilla el 8 de octubre de 1910. Desde 1932 colaboró asiduamente con la emisora local Radio Melilla y en la prensa y revistas de la ciudad.

En 1934 funda la revista Resurgimiento, que se publica hasta 1936, año en que, como es bien sabido, la convulsión de la Guerra Civil trastoca y distorsiona el devenir de todo el país.

Años más tarde fija su residencia en Málaga, y en 1945 colabora con el diario Ideal de Granada, en la página dedicada a Málaga, haciendo durante diez años las críticas de las exposiciones pictóricas que se desarrollan en la ciudad.
En 1955, el diario malagueño La Tarde convocaba el ‘Primer Concurso Literario Fiesta de la Poesía’. Y Martín Galán, por votación popular, obtenía el primer premio.

Entre sus publicaciones habría que destacar Galeote, poeta maldito (Melilla, 1932), Melilla a la vista (Melilla, 1934), Estampas de mi ciudad (Melilla, 1935), y Vida y Misterio del Perchel (Málaga, 1954). En 1956 colabora con la famosa revista de poesía Caracola.

En la docena de años que permaneció en la capital de Europa, fue miembro de la Asociación de artistas e intelectuales españoles en Francia, y colaborador con poemas, crónicas y algunos dibujos, en la revista El Pírgano de Borondón, que dirigía el pintor canario Julio Viera.

Y a comienzos de los años setenta, cuando traslada su residencia a Vélez-Málaga, vuelve a escribir en el diario malagueño La Tarde, y, posteriormente, en el diario Sur, desde donde se convierte en una pluma frecuente que nos habla de la pintura local, de sus monumentos, de la historia de la ciudad y su comarca, de sus personajes...

Más tarde vendrán sus Cuadernillos de Poesía a la Cruz del Cordero, ilustrados por Carmen, su nombramiento como académico de San Telmo, el nombre de una calle, el reconocimiento de todos... 

Martín murió de paro cardíaco en el Hospital Comarcal de la Axarquía a las 13,30 del sábado 27 de noviembre de 1999.  Sus restos descansan para siembre en la ciudad que él eligió para quedarse.