jueves, 10 de octubre de 2024 03:07h.

Dolor y triunfo

Terminada la Guerra Civil (1936-1939), en Vélez-Málaga, como en todas partes, se vivían sentimientos muy encontrados, frutos del dolor, apasionamientos, pobrezas, desconfianzas de parte y parte, tristezas, y recuerdos que no se podían asimilar.

En ese contexto, un fraile franciscano, P. Antonio de Aracil, decidió contar las desventuras de los sacerdotes de la orden en Andalucía, durante la contienda. Y lo hizo con profusión de datos, fotos y testimonios. Pretendía ser una historia de lo ocurrido. 

Pero, a pesar del elevado interés de la obra, no logró ser un libro de historia, porque resultó, fruto del momento, muy apasionado. Y ello porque la Historia, si es apasionada, no es Historia. Se publicó en Barcelona en 1944.

El libro nos cuenta que en 1915, siendo provincial el P. Esteban Zuloaga, regresaron los franciscanos a Vélez-Málaga. Dos religiosos del Colegio de Chipiona, tras varios meses de permanencia en una habitación, dependiente del convento de clarisas, mientras preparaban la nueva ‘fundación’ se establecen definitivamente en el Real Convento de Santiago -donde siempre estuvieron- el 12 de febrero de 1916.

El primer P. Guardián en esta nueva etapa fue el P. Julio Alonso. Dedicados a la enseñanza, permanecen sin incidentes hasta los años treinta, y en los cinco años de la República tienen que abandonar dos veces el convento (el 12 de mayo de 1931 y el 19 de marzo de 1936).

En la salida de 1931, la comunidad estaba formada por nueve religiosos, tres legos y seis sacerdotes. En el momento de la marcha, el P. Guardián Fray Francisco Romero entregó las llaves del templo y del convento al juez de la ciudad, don Francisco Bocanegra. Y un mes más tarde, alojándose en una casa particular, regresa el P. Romero que, estando solo en Vélez, atendió la capellanía del convento de las Claras. Luego, llegado el P. Camarzana, se reabrió la iglesia al culto, y, en noviembre, regresado el resto de los franciscanos, se rehabitó el convento, reanudándose la vida de la comunidad y las clases escolares con una matrícula de 137 niños.
Tras las elecciones del 16 de febrero de 1936, la hostilidad a los religiosos se agrava, y el 19 de marzo, festividad de San José, vuelven a tener que salir de la ciudad quedando convento e iglesia cerrados.

Cuando el 18 de julio se produce el levantamiento militar, los ánimos en la ciudad están muy exaltados, siendo manifiesta en Vélez la violencia popular cuando, en la madrugada del día 19 y a lo largo del 20, se altera la situación con numerosos incendios y destrozos profanadores de los templos veleños. Hay que decir en descargo de los veleños que llegaron desde Málaga capital un par de camiones de activos incendiarios que prendieron la situación. San Francisco, San Juan, Santa María, El cerro, Las carmelitas… La inmensidad del patrimonio religioso local fue destrozado.

Las tropas llamadas ‘nacionales’ del general Franco, entraron en Vélez el 8 de marzo de 1937, y al día siguiente en Torre del Mar.

Cuando el P. Antonio de Aracil publica su libro Dolor y Triunfo (Barcelona, 1944), el apasionamiento y el dolor de las familias que habían perdido a algún ser querido en la contienda, y la mirada de incredulidad de muchos veleños que no aceptaban todo lo ocurrido, era un perfecto estado de cultivo para las expresiones utilizadas: “Las hordas marxistas…”, “el rojerío cobarde…”, “los hombres de bien…”, etc. Tristes hechos que luego toda la sociedad veleña lamentó con la esperanza de que nunca más volvieran a repetirse.

A pesar de no ser un libro de historia, Dolor y Triunfo es un libro que merece ser leído por la abundancia de datos que aporta.