“Nuestras vidas son los ríos”
cantó Manrique una vez,
no hay símil más de verdad
que ver el agua correr.
De la entraña de la tierra
brota sereno y tranquilo
y llora como un bebé
cuando comienza a ser río.
El agua es fuente de vida
es, un regalo divino,
tanto, que los campos a su paso
florecen agradecidos.
Comparten el mismo cauce,
llevan el mismo caudal,
pasan la vida y el río
sin volver la vista atrás.
Con los ojos del corazón
el recorrido es igual
todo pasa y todo queda,
y no se detienen jamás.
Y a su paso van esquivando
piedras, saltos, matorrales,
lo mismo que en esta vida
vamos sorteando tempestades.
Las arrugas en la cara
son los surcos que al bajar
dejan las gotas amargas
que brotan del lagrimal
y las venas de agua clara
que alimentan el planeta,
hoy son heridas abiertas
que muestra la tierra seca.
Paradojas de la vida,
preguntas sin contestar:
si la vida son los ríos
yo no me puedo explicar
que el río pierda su nombre 
cuando se adentra en el mar.
Si el agua es fuente de vida
El río…
¿Por qué se muere en el mar?