viernes, 19 de abril de 2024 00:00h.

Lo que la vida nos enseña

Columna de José Marcelo

“La vida es muy diferente a la escuela a la que acudíamos desde niños. En ella aprendíamos la lección y luego nos ponían la prueba del examen. Pero en la escuela de la vida, se nos pone la prueba antes y después aprendemos la lección”.

Este refrán o dicho popular nos dice que la vida no nos enseña de manera gratuita, que su aprendizaje es con la experiencia, con los errores, con los desengaños, con los golpes y caídas; levantándonos para volver a caminar.

En estas fiestas de Navidad del 2020, las cuales han sido atípicas debido a la pandemia, me han sorprendido los mensajes de felicitación que he recibido. Algunos mensajes expresaban desilusiones, pero la gran mayoría hablaban de esperanzas. Pero otros mensajes comunicaban reflexiones profundas. Me quedo con estos últimos mensajes de reflexión, porque trasmitían la sabiduría de lo que la vida nos enseña. Como ejemplo, uno de ellos decía: “Creíamos que el lujo era lo caro, lo exclusivo, lo inalcanzable... Ahora, nos damos cuenta de que lujo es lo que no valoramos, como es estar sanos y no pisar el hospital, como es salir a la calle y respirar sin mascarilla, reunirse con la familia y las amistades, como son los abrazos y los besos, y el privilegio de estar vivos. Todo lo dicho es un lujo y no lo sabíamos”. 

Y si hablamos de las pruebas a las que nos enfrentamos -que en estas fiestas de Navidad se han sentido más-, como la soledad de nuestros mayores, la separación de familias que no han podido convivir en estas fiestas y darse ese abrazo de fraternidad, la mala situación económica de muchas familias, la falta de ánimo para celebrar las fiestas; e incluso la aparición de migrantes en pateras, la cual por desgracia ocurre porque no pueden obtener un visado para venir y viven en una pobreza extrema. Pero estas vivencias nos están enseñando que el sentido de la vida no es, precisamente, obtener todo lo que queremos, o alcanzar nuestras metas y éxitos, sino compartir lo que tenemos y sabemos. Que el propósito de la vida es encontrar nuestros dones, desarrollar nuestras capacidades, para ponerlas a disposición de los demás y sentirnos orgullosos de nuestras acciones. Que la vida es una universidad de la que nunca llegaremos a graduarnos, porque siempre estaremos aprendiendo.

Hay palabras que hay que tener presentes en la vida, porque exigen acciones; una de ellas es ‘coraje’, tal como el activista y filántropo sudamericano Nelson Mandela expreso: “Aprendí que el coraje no es la ausencia de miedo, sino el triunfo sobre él. El hombre valiente no es aquel que no siente miedo, sino el que conquista ese miedo”. Porque el coraje es necesario para vencer esos miedos internos, los cuales aparecen y se enfrentan a nuestra formación como persona. Otro verbo del que hay que hacer uso es ‘combatir’. Debemos combatir los prejuicios, las ambiciones malsanas, el egoísmo, lo malvado que nace, la incertidumbre... Porque nos hacen prisioneros. Aprender a vivir con el espíritu de un joven, a pensar como un adulto, aconsejar como un anciano y a soñar como un niño, con ilusión y asombro. 

Para lograr aprender en la vida hay que ‘darle tiempo al tiempo’, tomando conciencia y juicio crítico de la realidad que se nos presenta, sin refugiarse en ningún paternalismo para echarle la culpa de nuestros males a los demás, o a los políticos... Y sí preguntarnos ¿qué puedo hacer yo para cambiar y mejorar las circunstancias adversas? ¡Hagámoslo!