miércoles, 24 de abril de 2024 00:00h.

El viaje hacia la experiencia

La lectura de un libro nos enseña siempre, porque nos vemos reflejados en sus personajes. Sobre todo, si es una gran obra, consigue acompañarnos en nuestra soledad; gracias al diálogo íntimo que surge, y que es provocada por los acontecimientos que viven sus protagonistas. 

Ésta ha sido la necesidad de Isidoro Corrales al escribir la obra La gran mordida, de la que es autor y protagonista, trasmitirnos su experiencia vivida, lo hace con realismo, con valentía y desnudando sus sen­timientos; razón por lo que logra ese diálogo íntimo con el lector. 
No está escrita como una novela clásica, porque aquí no se describen personajes buenos ni malos. No hay héroes, ni tampoco cobardes. No se narra historia alguna ima­ginada. Ni siquiera es una novela de viaje al uso, porque el protagonista no realiza su viaje por placer, sino por necesidad. Los personajes y los sucesos que se narran están escritos en primera persona, tal como lo vivió el protagonista. Su única motivación era su espíritu aventurero, que  le conduce a derribar fronteras.
Lo que, aparentemente, podía haber sido un viaje de ida y vuelta, se convierte en vivir una experiencia. En la cual el ‘yo’ personal del protagonista está presente siempre, como Ulises en su Odisea. Pero a diferencia del héroe griego, aquí no se buscan ni se narran heroicidades, sólo acontece  la vida con sus riesgos, penalidades, confrontaciones y también momentos alegres. Que les hace estar siempre alerta ante las sorpresas que le da la vida.
Isidoro Corrales es extremeño, nació en Conquista de la Sierra, municipio de Cáceres, y es paisano de Hernán Cortés. Como el insigne conquistador, él decide, cinco siglos después, ir al continente americano. No tiene experiencia previa. No va a conquistar nada. Pretende conocer la lengua y la cultura estadounidense. Esta inquietud será su reto para construirse un futuro. Pero tropezará con la realidad del presente, será preso de sus adversidades;  sobreviviendo en una gran capital como Washington D.C. Esa sería la sinopsis de esta obra, el resumen de su historia. Pero sería una pobre descripción, tanto en contenido como en expresión y motivación. Porque me olvidaría de lo que supone este viaje para la experiencia del protagonista, donde la cuestión vital de supervivencia, el coraje y ese espíritu luchador está presente.  Éstas son cualidades que le convierte, día a día, en un ser humano sensible con el paisaje humano que le rodea y el paisaje urbano que habita. De cuyo paisaje nos muestra sus tribulaciones y sus emociones; haciéndonos partícipes de ellas. 
    Su ‘yo’ personal vive el presente, sin pretensión alguna de futuro prometedor. Sólo pretende sobrevivir en un hábitat desconocido, al que se va adaptando. El protagonista no conquista nada, es conquistado por su cultura.
    Isidoro Corrales no sólo nos describe sus vivencias, además nos hace sentir una experiencia vital. En la cual he sentido cómo todos somos habitantes del planeta Tierra y ciudadanos del universo. Que las fronteras están para derribarlas. Te invito a acompañar al autor en ese viaje hacia la experiencia y “dar la gran mordida”. Que de algún modo será tu propio viaje, por cuánto aprenderás de él y de su lectura.