viernes, 19 de abril de 2024 08:49h.

Hablemos de la salud

Los avances vertiginosos de la ciencia y de la tecnología exigen una gran capacidad de adaptación a la sociedad, a la cual no todas las personas están preparadas.

Los avances vertiginosos de la ciencia y de la tecnología exigen una gran capacidad de adaptación a la sociedad, a la cual no todas las personas están preparadas. Por otra parte, el liberalismo como sistema económico impone la competitividad social y laboral. Ante tales circunstancias las con­- secuencias son las desigualdades sociales y económicas, y una vida acelerada que genera estrés y ansiedad. Ello nos invita a hablar sobre la salud.

Hablar de la salud implica afrontar la asignatura pendiente: la salud mental. Debemos exigirnos una auténtica reflexión sobre el tema. El ‘Día Mundial de la Salud 2022’ se celebró el pasado 10 de octubre, se centró en la infancia, la adolescencia y la juventud; priorizando el bienestar mental. Los expertos en la materia dicen que es necesario y urgente crear conciencia social sobre las enfermedades mentales. Es un problema social de gran magnitud que afecta a un gran número de personas, porque una de cada cuatro personas padece una enfermedad mental a lo largo de su vida, sin distinción social, e independientemente de su raza, su cultura o su nivel económico. 

El Plan de Acción sobre Salud Mental elaborado por OMS, su finalidad es disminuir las brechas de atención y combatir el estigma social. Menciona que aún existen aspectos por resolver como el descuido de los servicios de atención a la salud mental; las violaciones de los derechos humanos; y la discriminación de la que son objeto las personas con trastornos mentales y discapacidades psicosociales. Lamentablemente, hoy en día se sigue apartando y señalando al enfermo mental, quien debe afrontar la enfermedad en sí misma, e incluso no declararla por miedo al rechazo.

Hemos creado un modelo de sociedad donde las apariencias imperan, eludiendo la verdadera realidad del malestar que sentimos; apostando por un conformismo generalizado como norma. Hablamos de felicidad cuando es un modo de engañarnos a la evidencia, para no reconocer las cifras del suicidio. Según el INE cada día se suicidan en España una media de once personas, o lo que es lo mismo, una cada dos horas y quince minutos. 

Hay un problema, todos nos creemos sanos (o queremos aparentarlo). Pero formamos parte de una sociedad que está enferma, basada en los prejuicios y en las desigualdades, donde no respetamos las diferencias. Como miembros que somos de esa sociedad, también estamos enfermos.

Marta Carmona Vázquez, psiquiatra, nos dice: “Quedarse sólo con el estrés, del día a día, es una visión demasiado simplista del problema, ya que el verdadero detonante es también el contexto social tremendamente generador de desigualdad, y este sí es un factor que genera sufrimiento psíquico y que deteriora la salud mental de la población”. También el psiquiatra Carmelo Ortiz afirma que “es un error individualizar ese descontento generalizado, el cual tiene que ver con los problemas sociales, con las condiciones laborales  y el estilo de vida que nos  exige la sociedad”. 

Para que pensemos en construir una sociedad saludable, te cito al filósofo alemán Arthur Shopenhauer que dice: “El instinto social de los hombres no se basa en el amor a la sociedad, sino en el miedo a la soledad”. ¡Hagámoslo!