Gobernantes atraídos al lado oscuro

Dicen que “jugarnos la piel en la vida nos ayuda a tomar mejores decisiones”. A modo de ejemplo, en la Antigüedad, la costumbre era que en cualquier batalla el general siempre marchaba al frente de las tropas en la lucha.

Como pueden ustedes imaginar, ante la perspectiva de ser atravesado por una lanza enemiga, los generales tenían la sana costumbre de “pelear sólo en aquellas batallas en las que tenían una expectativa razonable de salir vencedores”. Lo que me pregunto es si realmente en estos tiempos todos nos jugamos la piel con nuestras decisiones. Veamos... Las personas “nos jugamos la piel en todas las decisiones de la vida”... Cuando elegimos estudios, trabajo, lugar de residencia, pareja..., sabemos perfectamente que “nosotros seremos quienes sufriremos las consecuencias de una decisión equivocada”, y eso introduce en nuestras mentes una “saludable prudencia”. No quiere eso decir que no nos equivoquemos, pero sí que seremos conscientes del precio a pagar. Si ahora pensamos en las empresas, veremos que ellas también se juegan la piel, ya que con cada nueva decisión que toman son conscientes de que, en caso de error, serán ellas quienes sufran por ello, pudiendo llegar incluso a desaparecer. Si no me creen, piensen en Kodak, General Motors, Banco Popular... Ahora hablemos del Estado, ya que al Estado le ha pasado como a esos generales que, hartos de poner su vida en peligro con cada batalla, decidieron que ellos verían la lucha desde la retaguardia, para poder huir si las cosas venían mal dadas. Por desgracia, “el Estado es el único agente de la sociedad que no se juega la piel en sus decisiones” sino que, al contrario, se juega  la piel de todos los demás con cada una de sus decisiones. No se trata aquí de que dudemos de sus intenciones, ya que lo que importa es que al no incurrir en riesgo alguno, “nuestros gobernantes son atraídos al lado oscuro de las decisiones” alocadas e irreflexivas.