¿Cuántas veces?
¿Cuántas veces no pudiste llegar a las expectativas? A las del trabajo, a las de la familia, a las de la pareja, a las propias...
Creo que pocas cosas joden más a una persona que esa sensación de haberlo dado todo y no haber podido llegar a lo que se esperaba. Cuando te esfuerzas de verdad y, aun así, no acontece ese 'bien' que tantas veces te han prometido.
Y ahí es cuando salimos un poquito más de esa zona infantil -otros le dicen de confort-, al darnos cuenta de que la vida tiene un orden, sí, pero no el que pensábamos. Que el karma no trabaja para nosotros, sino que es un free lance. Y que, por más que nos esforcemos, a veces -y sin que eso lo haga menos injusto-, no alcanzamos.
Nos han minado la mente, y en cada hueco nos han insertado un explosivo que dice: "Todo lo puedes", marca ACME.
Es curioso pensar cuánto dimos en situaciones en las que no debíamos. Pero que, en cambio, de no haberlo hecho, nos lo habríamos recriminado toda la vida. Y aun así, después de haberlo dado todo, de haber buscado todas las formas, de haber hecho contorsión en nuestra mente y nuestro ego... nada. No lo alcanzamos.
Y ahí te derrumbas. Porque tardas en verlo, pero lo ves. Porque cuesta soltar esa pulsión de conseguir algo, pero la sueltas. Porque llega un momento en que tú mismo/a te hablas con una voz tan clara y fuerte como el arroyo de un río, y te dices: "No más".
Es ese momento, ese preciso instante, en el que todo lo vivido se convierte en música, videoclip de los 90 y puro drama al estilo Melrose Place.
¿Por qué hice tanto? Nadie me lo reconoce...
Efectivamente: ¡Nadie!
Y es que, -creo-, seguimos siendo muy antropocéntricos a la hora de entender el flujo del universo y sus vertientes más mundanas.
Le damos explicaciones incluso a las miserias que no se dan por pura testarudez. Queremos que todo nos salga, sabiendo que es imposible que todo se dé.
Y ahí aparece el famoso "no debía ser".
Yo, sinceramente, sigo poniendo en cuarentena esa máxima. Porque hay cosas que no debieron ser… y fueron.
Aunque reconozco que esa idea de un orden cósmico actuando sobre nosotros, calma. Es un bálsamo. A mí también me lo parece.
Aunque no dejo de preguntarme si no será solo otra forma más de buscar protección, como lo es creer en la justicia… o en los gobiernos.
Fuese como fuese, yo he estado ahí. En esa línea de no alcanzar. Y la experiencia, aparte de asfixiante, es muy degradante.
Saber que por más que haga, nunca voy a conseguir algo que quiero… a priori, puede parecer frustrante.
Pero hace poco adopté una nueva filosofía: "Mejor, una obligación menos".
Puede sonar muy nihilista -y lo es-, pero calma. Quita presión. Y lo hace mucho más rápido que el bendito "todo pasa por algo".
Esa frase que te deja con las ganas de preguntar: ¿Pero por qué es?
Y no lo haces, porque, sorprendentemente, todo el mundo parece saber por qué es… menos tú, pequeña e incrédula padawan.
Y ahí estás de nuevo: sin alcanzar, sin llegar, sin saber por qué.
A mí, personalmente, me calma mucho soltar cuando veo que algo no se da. Ojo, no a la primera de cambio, pero sí que ya no insisto cuando el pescado empieza a oler a veneno.
Creo que ahí está el arte de insistir: insistir hasta el momento exacto de abandonar. O de renunciar. Según nos guste más la connotación etimológica.
Pero sí. Y resumiendo: yo también he vivido muchos episodios de no alcanzar, no ser suficiente, no conseguirlo…
Y, siendo honestos: ya me da igual. Aunque, pensándolo bien, quizás sí que todo eso que no se dio… fue por algo.