Semblanza de un poeta
La Sociedad Amigos de la Cultura de Vélez-Málaga ha nombrado 'Socio de Honor' a la 'Asociación Amigos de Joaquín Lobato'.
Merecidísimo reconocimiento a la encomiable labor de este colectivo de amigos fieles que lleva 15 años mimando la figura del poeta veleño. Aireando su obra, expandiendo su poesía, su pintura, su teatro..., dando a conocer todo lo referente a este artista versátil que nos dejó como herencia hermosa la grandeza de su alma sensible. Joaquín Lobato se fue hace ya 20 años. Cruzó la frontera sutil, a destiempo y con desgana, dejando huérfanas de afecto a las anémonas y a las palomas que llamaban en verso a su puerta sabiendo que él las atendía. El poeta, que amaba tanto la vida y su paisaje veleño, se fue un mal día entre lamentos y versos y cruzó a la otra orilla. Fue en abril, cuando se altera la sangre, cuando se revuelve el ánimo, cuando los sentidos se abren a esa explosión de primavera que perfuma el aire. En abril, cuando el cielo azulísimo de su pueblo se alegraba con la danza frenética de los oscuros vencejos. Se fue sin querer... Ay, Señor, por qué me apagas la luz.
Tuve la suerte de conocerlo. Era un chico menudo e inquieto, de pelo rizado y gafas grandes, simpático, curioso, sensible, rodeado siempre de amigos y de cultura. Charlábamos por la carretera, que era donde entonces paseaban los jóvenes sus sueños y se rendían al vértigo de los amores primeros. Hablábamos de libros, de cine, de pintura, de semanas santas, de ferias... Joaquín era ya una persona sumamente interesante que destacaba en el mundillo estudiantil con sus pinturas y sus versos; con su inquietud por la cultura y esa impronta veleña que siempre tuvo a gala. Pienso en ello ahora, tanto tiempo después, mientras oigo hablar de él a esos amigos leales que crearon la asociación entrañable que preside Toñi Nieto, y ha sido, junto a Serralvo, Nono, Mari Reme, Chon..., y tantos otros amigos, tan merecidamente reconocida por la SAC.
Todos estos años han sido cruciales para dar a conocer la obra del poeta que fue nombrado en 2003 Hijo Predilecto de Vélez-Málaga. Exposiciones, charlas, lectura de poemas, certámenes literarios, edición de libros, conciertos, versos musicados por el virtuosismo entusiasta del joven compositor Daniel Martínez, y cantados por voces magníficas que airean, verso a verso, el alma del poeta. Cada día, Joaquín Lobato me saluda desde el bronce de una estatuilla que preside un mueble lleno de libros y fotografías. La imagen, un instante feliz parado en el tiempo, me recuerda la ilusión que me hizo ganar el accesit del certamen que lleva su nombre, con un relato muy especial para mí que hablaba de de amores y de jazmines. Decía Isabel Allende, que las personas sólo mueren cuando se les olvida. Yo recuerdo a Joaquín cada vez que miro su característico gesto con los brazos en alto junto a mi fotografía. Lo recuerdo cuando paseo por la orilla de ese mar suyo pensando, como él, lo terrible que sería saber que llora por las noches. Quizá ahora, desde el infinito, mira con nostalgia ese mar que tan bellamente atardecía en sus versos, y le costará una tristeza saber que le sobran los motivos para llorar. Recuerdo a Joaquín cuando siento el aroma del verano en el vuelo y me embriaga el perfume de esa Dama de Noche que él prometía para el verano que viene, y cuando veo a esas palomas de paz que llamaban a su puerta y ahora vuelan desconcertadas en un cielo tormentoso cada vez más oscuro y hostil. Joaquín sigue vivo, vuelve a la vida en todos y cada uno de esos momentos que evocamos. La asociación de sus amigos mantiene viva su memoria, el latido de ese corazón veleño lleno de inmensidad inmensa, que sigue palpitando en el recuerdo.
Muy hermoso el acto de la SAC. Recuerdos de su vida, lectura de sus versos, música y voces preciosas cantando el sentir del poeta. Y una Torre de la Fortaleza, obra del genial ceramista veleño Pepe Gálvez, que la SAC regaló al nuevo Socio de Honor. Veinte años después de que Joaquín volara con sus alas frágiles a ese azul enigmático donde las estrellas se duermen en la arquitectura de un silencio, la luz que se le apagó tan temprano volvió a brillar; el cariño, el calor, el entusiasmo de sus entrañables amigos mantiene viva esa llama que alumbrará su ausencia para siempre. Gracias, a todos y cada uno de ellos, por mantener su recuerdo envuelto en el terciopelo de su cariño incondicional. Y a la SAC por su defensa de la cultura. La cultura es la base de la identidad de un pueblo, y un pueblo sin cultura es un pueblo sin alma.
Las anémonas te nombran, Joaquín, y las palomas siguen llamando a tu puerta. Pero el mar que desata requemadas maromas... , que miramos sin cansarnos, que nos presta su azul y nos llena de sal las tristezas, atardece más triste sin tí.