Cómpeta, el vino y el tiempo que no perdona
Ante el viajero que aquí llega te levantas
como musa por artistas elegida,
por las manos de Baco bendecida,
que eres, paraíso de los vinos y las pasas.
Hoy quisiera más que nunca ser poeta
para cantarle a los dones de tus vinos,
y para despertar al campo con sus trinos
quisiera ser jilguero en primavera.
Grabadas en la tierra están mis huellas
de las viñas que al destino desafían.
mi deseo, es descansar un día en ellas.
Hoy espero, lo mismo Machado espera
para verlas rebosar de frutos y de vida,
“otro milagro de la primavera”
El vino que a Cómpeta emborracha
es el dueño y señor de este soneto.
es la savia que da vida al competeño
y la sangre, que de nombre a esta comarca.
Eterno surtidor de vida y esperanza
que mana del trabajo y del esfuerzo,
que llena en verano los pozuelos
y que brota sin control de la capacha.
La virtud de este insigne competeño
es mantener el renombre de la zona,
pero el paso del tiempo no perdona.
Los árboles son los reyes, por ahora,
los jóvenes persiguen grandes sueños
y la viña, ha perdido su corona.