Proclamas vacías

Una de las frases más sonadas, por rotunda, es la que pronunció Pedro Sánchez cuando se hizo cargo de la Presidencia del Gobierno de España después de la moción de censura contra Mariano Rajoy : «seré implacable en la lucha contra la corrupción»

El problema de las «afirmaciones grandilocuentes» en política es que cuando no van acompañadas de hechos, terminan convirtiéndose en «proclamas vacías». En los tiempos que corren, las «promesas rimbombantes» están haciendo un daño terrible a la política y a los políticos, porque al final todos los políticos expían las culpas de una minoría, por muy grande que ésta sea. Yo tengo muy claro que los culpables de estas «proclamas vacías» son los que exclaman frases pomposas al tiempo que buscan, hasta rizar el rizo, una excusa que salve a los miembros del clan que, en definitiva, son los que los han aupado, o las han aupado al cargo. En esta espiral, a la postre, nadie entona el «mea culpa», y por el contrario, lo que funciona siempre es la «estrategia del ventilador», o lo que es peor, la ejecución de la corrupción : «mi corrupto no es corrupto, o es menos corrupto que el tuyo». Cuando empezamos a establecer categorías en los delitos según nuestra interpretación interesada, estamos empezando a poner en cuestión el propio Estado de derecho. Si caemos en la simplificación, con argumentos como «no es violencia de género porque ha sido la mujer la que ha se ha sobrepasado con el hombre, y eso es violencia doméstica», nunca erradicaremos prácticas tan indeseables en la sociedad. Para el prestigio de la política esta estrategia dialéctica es más peligrosa que la propia estrategia de las frases aparatosas, y en ella cae constantemente el Presidente Sánchez.