Un nuevo aire que ventile espacios
Hay un dicho irlandés que dice así: “Nosotros, los irlandeses, somos las únicas personas en el mundo nostálgicas del futuro. Nunca dejamos de soñar, y nunca dejamos de creer en las posibilidades”.
Desde nuestro rincón patrio, España, quizá también deberíamos dejarnos llevar por esa nostalgia y abrazar, no en sueños sino con el convencimiento de lograrlo, otro futuro mejor que ahora mismo, “con la que está cayendo”, se nos antoja quizá inconquistable. Y es que existe otro proverbio irlandés que dice : “No entender que la vida te va a golpear y tumbar es no entenderla”. Nosotros tenemos pruebas de esos golpes que nos atizan los gobernantes, y nos duelen y no cicatrizan. La economía se dispone, en caída libre, a dejarnos “con las vergüenzas al aire” y con el bolsillo y todo el cuerpo tiritando. La política gubernamental europea huele a disparate, y en nada ayuda a superar la realidad, o mejor dicho, es una política “sin pensar”. Es obvio que añoramos un futuro en el que todo eso se revierta, un futuro del que colgar el disfraz con que ahora nos movemos y abandonarlo en una percha polvorienta. Los españoles ansiamos aquellos días en que como decía aquél : “la piel tenía un cálido roce”, pero antes necesitamos que se proclame el fin de este Gobierno de chichinabo que nos atenaza. ¿Estamos en las manos adecuadas para conseguirlo? Me proclamo nostálgico de ese futuro en el que abandonar crispaciones y, a golpe de remo conjunto, avanzar hacia adelante, pero para eso hace falta huir de las mediocridades egoístas que nos sobrevuelan. Necesitamos que se abran las ventanas para que el aire nuevo ventile espacios y tiempos mientras arrastra los malos olores que nos impiden vislumbrar el futuro añorado, y además, que nos cubra un manto de sensatez no siempre disponible. ¡Bendita nostalgia!