Pregón de La quema de Algarrobo a cargo de José Marcelo
Buenas noches sra. alcaldesa Natacha Rivas, concejales, representantes de otros pueblos, organizadores y creadores de la fiesta, y a todos ustedes por acompañarme en este evento.
Para mí, es una gran satisfacción como algarrobeño estar presente esta noche compartiendo con vosotros tan memorable fiesta, y es un honor formar parte ya de su historia como pregonero de esta edición.
Recuerdo que, cuando niño, el apodo de ‘tiznaos’, con el que despectivamente nos llamaban a los algarrobeños, pesaba como una maldición, una maldición vergonzosa en nuestra alma. Porque se decía: “Algarrobo, Algarrobo es un pueblo mandado a quemar”, o “Que Algarrobo está condenado a arder”. Estas frases, con su matiz peyorativo, han perdurado oralmente en el tiempo, de generación en generación, y ese pesar era provocado por una distorsión de los hechos.
Hasta que Francisco Gálvez, director de Noticias 24, en su conferencia en 2012 en Algarrobo, acabó con ese ‘pesimismo antropológico’, como él lo definió.
¡Si somos tiznaos, fue porque le plantamos cara a una poderosa potencia invasora! ¡Si estábamos condenados a arder, es porque nos enfrentamos al mejor ejército del mundo!
Y así, quedó rehabilitado el honor de los algarrobeños, y se puso de relieve el papel de este pueblo y del valiente guerrillero Segovia.
Ya conocemos la historia: una columna de soldados franceses mandada por el Capitán Ricard, el día 23 de septiembre de 1811, entra en Algarrobo y es asaltada por la partida de José Segovia.
Un día después, en represalia, llegan las tropas del comandante Bellangé: una Compañía del Regimiento 58, media del Regimiento fijo de Málaga y un pelotón de Dragones.
Es fácil adivinar la terrible represión que sufriría nuestro pueblo. Si los franceses pretendieron someternos con toda clase de métodos represivos; y si llegaron buscando a Segovia, pero no lo encontraron. Podemos hacernos cuenta de lo que harían aquí.
El día 30 septiembre regresan a Málaga tras pasar por El Borge y Colmenar. Hay una laguna de casi una semana de la que no se sabe nada más que lo que la leyenda aporta. Leyenda que todos conocemos.
Pero si pensamos en aquella semana trágica, desde el 24 al 30 de septiembre de 1811, no podemos asimilar el dolor y el sufrimiento que nuestro pueblo, Algarrobo, padecería ante la opresión del ejército francés.
Grasset, en su libro Málaga, provincia francesa, suaviza los horrores que aquellos soldados imperialistas hicieron padecer a nuestro pueblo, mencionándolos como “excesos” y “actos violentos”.
A pesar de todo ello, nadie delató dónde estaban los hombres de Segovia, ni renunció a la libertad y dignidad de ser algarrobeño. Esto es memoria. ¡Memoria para sentirnos orgullosos de ser ‘tiznaos’!
Hoy, ‘ser tiznao’ y ser algarrobeño es un orgullo. Lo celebramos. Por lo tanto, ¡vamos por buen camino! El camino de seguir profundizando en el conocimiento de la historia de nuestro pueblo y mantener la memoria viva. Os invito, paisanos, a proseguir descubriendo todas las leyendas que se trasmitían oralmente de los ancianos a los niños, y que yo oía en mi infancia. Como la historia de ‘Macoloco’, o de bandoleros, como Melgares en nuestro pueblo, y de otros de la Axarquía... Y todas las demás leyendas que están en nuestra memoria. ¡Rescatémoslas!
Ésta es la forma de recuperar también a esos personajes que conforman nuestra identidad como pueblo. Para ello hay que tener presente en la memoria a esas personas, paisanos, que con su personalidad y buen hacer han formado parte de nuestra cultura e historia, como el ministro Enrique Ramos, y más cercano, el maestro don Ángel Sánchez Gil, que como cronista de nuestro pueblo atesoró el relato histórico y cultural de Algarrobo durante más de cincuenta años; o el maestro José Gil López, mi primer maestro, que da nombre al colegio... Por mencionar algunos. Porque muchos quedan en el tintero y ocultos en nuestra memoria.
Sí, a mi primer maestro, a D. José Gil López, y a su escuela. “La escuela de Pampanito”, como todos la llamábamos con afecto. A José Gil López y a Algarrobo les dediqué el poemario Poemas de Cal y Arena. Que habla de nuestra infancia en aquella época, de su escuela y de nuestro pueblo, Algarrobo.
Permítame de recitarle un poema de ese libro, para recordar aquella época. El poema se llama De niño, mi pueblo era un pueblo de cánticos.
De niño,
mi pueblo
era un pueblo de cánticos.
Se oía al latero:
al gitano Manuel,
pregonar:
¡ El latero!
¡Arreglo lo viejo
como lo nuevo
estropeado!
¡Y hago
jarritos de lata
para los niños
de la escuela !
Me decía Manuel,
el latero:
Que su oficio era el más antiguo:
porque estaba escrito
en el libro de los libros: La Biblia.
Se oía al calero
pregonar:
¡Niña, la cal
blanca
llevo,
es mu güena,
niña!
Las paredes de mi pueblo
eran de cal,
como el alma de los niños y
niñas de mi pueblo.
De cal era
todo el pueblo.
Se oía pregonar
al trapero
como al frutero,
se oía pregonar
al latero
como al calero,
y se oía recitar
al viejo romancero.
Todos traían sus cánticos:
el cabrero
con la leche y el queso fresco,
el panadero
con el mollete caliente y tierno,
al cenachero
con su boquerón fresco,
¡vivito, y del alba!
De niño,
mi pueblo
era un pueblo de niños.
De niñas
que cantaban
al saltar la comba:
¡La niña bonita
no paga dinero!
Que vengas
a la rueda, a la rueda,
niña,
que hoy te voy sacar
para decirte lo mucho
que te quiero.
El aire, era
aire que olía
a estiércol, a tierra húmeda
y a pueblo.
Recordando a D. José Gil López, a mi primer maestro, a quien le oí contar los primeros cuentos y leyendas; creando en mí un mundo de ensueños.
A él, que orgulloso, hoy, nos hablaría de José Segovia y su partida, y nos diría: ¡Vaya lección le dimos a los franceses! ¡Una lección de honor y dignidad! Me contaría los hechos acaecidos: cómo los franceses le persiguieron por haber acosado sus líneas de suministros; la tan famosa ‘guerra de guerrillas’, que aún al día de hoy, se estudia en las universidades y academias militares. Cómo Segovia y los suyos emboscaron a los franceses en el desfiladero de Algarrobo.
Mi maestro nos relataría el valor y el estoicismo, así como el patriotismo demostrado por nuestro pueblo, cuando los franceses vinieron con represalias por los soldados muertos en el desfiladero, buscando pistas de José Segovia, ¡y con gran pundonor resistieron, nuestro pueblo, Algarrobo! A pesar de sus fechorías y brutalidades hacia los vecinos, hacia nuestra iglesia y nuestras casas.
Don José nos contaría: ¡Qué gran valentía demostró nuestro jinete ante la orden del comandante Bellangé de quemar Algarrobo! Que nos puso a prueba, pidiéndonos que consiguiéramos clemencia en menos de 24 horas.
Somos un pueblo humilde y trabajador. Somos un pueblo que se distingue por su hospitalidad y su solidaridad. Y somos un pueblo con el coraje de derribar todo tipo de fronteras. Esto hace que miremos a nuevos horizontes; sintiéndonos partícipes de vivir el presente, y hagamos historia. Ello nos llena de orgullo y de dignidad.
Os doy, de nuevo, las gracias, paisanos, por vuestro recibimiento, y por hacerme partícipe de esta noche festiva y memorable, en la que han pregonado otras personas relevantes como nuestro amigo Antonio Córdón, primer pregonero; Francisco Gálvez; el actor Álvaro de Luna, (a quién le conocemos por el personaje ‘EL algarrobo’) Y que supimos por su fallecimiento posterior, el gran esfuerzo que hizo al venir a nuestro pueblo, porque estaba enfermo; José Antonio Ponce; el historiador Francisco Montoro; Purificacíon Ruiz García... Una lista importante de personalidades.
Os felicito, paisanos, porque con una belleza admirable, se representa año tras año La Quema de Algarrobo, participando unidos todo el pueblo. Sigamos esta senda; sintiéndonos orgullosos de nuestro pueblo, y haciendo memoria. VIVA LA FIESTA DE LA QUEMA. VIVA EL PUEBLO DE ALGARROBO.