En el adiós de Francisco del Pino Roldán

Escriben Francisco Montoro, Emilia García, Andrea Aranda, Miguel Segura, José Marcelo y Francisco Gálvez

FRANCISCO MONTORO

Acaba de fallecer a los 85 años de edad el querido profesor Francisco del Pino Roldán, amigo, compañero, autor, divertido conversador, lector incansable, investigador del pasado de nuestra tierra, y defensor del patrimonio y excelencias de Vélez-Málaga y su comarca.

El profesor Francisco del Pino Roldán nació en Cártama el 30 de diciembre de 1940. Sus muchos años de docencia como profesor de Historia en el Instituto Reyes Católicos de Vélez-Málaga le ha convertido en persona muy querida, admirada y respetada por todos los veleños y axárquicos. Desde hace innumerables años su presencia ha sido siempre demandada para múltiples actos de la más variada gama cultural. Todo un récord en la presentación de pintores, exposiciones, libros, pregones, exaltaciones, conferencias... Autor de infinidad de artículos en prensa, y de media docena de libros de historia local, le han convertido en un referente para quienes quieren adentrarse en el estudio de la geohistoria de la Axarquía, y, en especial, de Vélez-Málaga. Su extraordinaria memoria y su fino sentido del humor le han deparado numerosos días de gloria profesionales y humanas.

Más veleño que muchos de los que han nacido aquí, ha sabido granjearse el respeto de todos por su defensa permanente del patrimonio local, sus monumentos, sus archivos, sus tradiciones y su idiosincrasia. Vélez-Málaga ha tenido una gran suerte con que este algarbeño aterrizara un día por estas tierras de la Axarquía.

Sus padres, Francisco del Pino Lluva y Dolores Roldán Faura, le despertaron desde muy pequeño la afición a la lectura y a la búsqueda del conocimiento. Su padre, sanitario de profesión, le dio un callado ejemplo escribiendo artículos en La Unión Mercantil y el Diario Sur, que luego invitará al joven Francisco a seguir su senda con la pluma.

Desde el primer momento de estudiante destacó con sus notas y aplicación en el colegio de su pueblo natal, en el Instituto Nª Sª de la Victoria de Málaga, en el Seminario de Málaga y, por último, el la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Granada.

Terminados sus estudios inicia su vida profesional en la Escuela de Magisterio de Melilla, a la que seguiría el Instituto de Bachillerato “Pérez de Guzmán” de Ronda. En 1970 llega hasta Vélez-Málaga, donde se va a convertir en su medina vital. Aquí va a echar raíces y van a encontrar desarrollo sus dos grandes amores. De un lado, a su compañera Ana María, profesora también en Vélez-Málaga, con la que contrae matrimonio, y comparte preocupaciones, ilusiones y aficiones. Y de otra parte, la historia local de las tierras de la Axarquía con la que ha mantenido un concubinato permanente y muy fructífero. Pregonero de la Semana Santa Veleña (1978), Ajárquico de Honor (Benamocarra, 1991), Pregonero del Día de la Comarca en Rincón de la Victoria (1993), etc., etc., ha colaborado con la Universidad de la Axarquía como profesor y director de cursos, con el Centro de Profesores de la Axarquía (CEP), con el Centro de Estudios de la Axarquía (CEA), con la Agrupación de Cofradías, peñas, asociaciones ciudadanas y culturales...

Tuve la suerte de compartir con él su primer libro Monumentos de Vélez-Málaga. Guía Histórico Artística de la Ciudad que vio la luz en 1979, y que nos presentó nuestro común amigo Antonio Segovia Lobillo, y prologó nuestro, también común amigo, Martín Galán, a quien tanto hemos querido hasta el día de su marcha. Luego vienen sus otros libros La Ciudad de Vélez-Málaga y la Comarca de la Axarquía (1995), Vélez-Málaga. Estudio Histórico-Jurídico de la Ciudad en los Siglos XVI y XVII (1995), amén de su participación en Cártama en su Historia (1985), Andalucía en el tránsito a la modernidad (1991), etc.

Conferenciante ameno, articulista atinado, investigador incansable, apologista tenaz de los bienes culturales de la Axarquía…

Adiós, querido amigo, adiós. Siempre estarás en nuestra memoria.

 

EMILIA GARCÍA

Don Francisco del Pino entraba en clase con la sonrisa en los labios y la viveza que produce el ingenio en la mirada. Las alumnas, éramos todas chicas en la clase, esperábamos la hora de latín y de historia con verdadero regocijo. Era don Francisco maestro cercano y amable. Lo que más recuerdo de sus clases de latín, que ninguna suspendimos, fue esa tendencia suya a contar anécdotas de los exámenes que corregía; las barbaridades de las traducciones que nos ponía como ejemplo de que nada puede tomarse demasiado en serio. Decía que algún día haría una antología con esas traducciones que merecían constar en los anales del disparate; pero lo decía con tanta bonhomía, con tanta ternura, con tanto cariño, que lograba arrancarnos la risa; y la clase, por una hora, se convertía en un lugar de complicidad compartida; en la que el miedo al ridículo se desvanecía y nos reíamos de nosotras mismas.

Don Francisco del Pino fue mi profesor durante dos años. Después la vida me alejó de Vélez-Málaga y apenas volví a verle. Algunos años después, una amiga me regaló un librito que había editado junto a Francisco Montoro; Monumentos de Vélez-Málaga.  Librito guía que guardo con cariño.

Hoy me llega la noticia. Don Francisco del Pino ya no está con nosotros. Descanse en paz, querido maestro; en mi corazón siempre estará presente. Usted sabía cómo nadie que lo que hacemos tiene su eco en la eternidad. Así lo creo. Un abrazo eterno.

 

ANDREA ARANDA

Cabeza agachada, maleta en mano. Hablando entre dientes, un poco desorientado por los pasillos del Reyes Católicos. Una vez entraba en el aula, se acomodaba las gafas y disponía todo sobre su mesa. Miraba las caras de cada uno de ellos, a las que siempre ponía su nombre.

La historia brotaba de su boca como quien escribe cartas de amor. Un poco más cansado, los años lo hicieron ser parte de esa misma historia que él enseñaba.

Su obra quedó entre nosotros, para recuperarla cuando fuese necesario.

Nunca forzando una sonrisa, más bien una expresión tibia, algo preocupado, acompañaba su forma tan característica de cortar las palabras cuando apuraba al hablar.

Ahí dentro había mucho. Y hay. Porque eso nunca se irá. Queda con nosotros.

Cultivó mentes como quien cultiva cañas de azúcar en la vega que va en dirección a Torre del Mar. Alcanzaba incluso a los duros de mollera, como la mía, que en ese momento no comprendía lo que escuchaba.

Devoto, atento y considerado. Algo ausente en los tumultos y no muy dado a los halagos en exceso.

Diplomático, prudente y siempre correcto en el uso de la palabra. Cómplice en las aulas de los silencios que se rompían en forma de preguntas del alumnado.

Hoy, don Francisco del Pino Roldán nos deja. Y con él se va una gran parte de su historia, de nuestra historia.

 

MIGUEL SEGURA

No he conocido a este hombre. Emilia dice que fue su profesor y era un hombre bueno; me basta con su palabra.  Palabras que diréis los que le conocisteis, sin duda. Todos los días se van almas de nuestro mundo, y muchas lo hacen contra su voluntad de vivir. Creo que las personas buenas dejan un vacío especialmente grande que hay que ocupar antes de que se lo apropien los malvados. A quienes os duela esta pérdida, os acompaño en mi pensamiento. Descanse en paz.

In memoriam.

 

JOSÉ MARCELO (Artículo escrito en NOTICIAS 24 en 2019)

“De niño, / iba a la escuela/de Pampanito. /Cuando cada maestro /tenía su escuela, / y una cartilla para todos los niños. /Cuando en la escuela/ de Pampanito, sólo había niños. /Que las niñas/ iban a la escuela/ de doña Pepita. (…) Pupitres llenos de cabecitas de niños, que no alcanzaban / a sus pupitres vacío de libros”. Con estos versos recuerdo a mi primer maestro de escuela, en los comienzos de los años sesenta del siglo pasado. Esa escuela paupérrima, que se iba “a batir la leche en polvo, / la leche en polvo/ que en el jarrito de lata/ se tomaba/ a media mañana”. Como comenta el autor del prólogo de mi poemario Poemas de cal y arena, el profesor D. Cristóbal Martín Rivas, quien conoció también al maestro y la escuela aludida, hablando de la enseñanza dice: “Rinde homenaje al `MAESTRO PÚBLICO´ de aquellos años de pobreza económica y anímica. Aquellos maestros y maestras que tenían que enseñar a grupos tan diversos y con tanta escasez de medios, y presididos por tantos signos políticos y religiosos, bien merecen un gesto como el de Antonio Machado ´… a mis maestros guardo vivo afecto y profunda gratitud”.

 Después comenzaron los años setenta y, en esa fecha, el inicio de mis estudios de bachillerato en el instituto “Reyes Católicos”, que era el único que existía para toda la comarca de la Axarquía, lo que demostraba la escasez de centros educativos. Era un privilegio ser alumno y tener la oportunidad de estudiar. Aunque se seguía bajo la presidencia del mismo signo político y religioso, pero comenzaba a reinar un espíritu nuevo: de respeto, de compromiso, de rebeldía a cuestionar los temas. Existía admiración hacia el profesorado, porque ellos daban ejemplos. Recuerdo cómo un profesor le llamó la atención a un alumno, porque no hizo los deberes de estudio: “¿Sabe usted cuánto le cuesta al Estado el asiento que ocupa? No está usted aquí para derrochar el dinero que invierten por usted, ni para perder el tiempo”.

Fueron años muy difíciles para el profesorado que carecía de libertad, y también para el alumnado porque se le exigía mucho. Pero se valoraba el esfuerzo y la voluntad. Había una calidad pedagógica y humana muy grande, como expresa el profesor don Francisco Del Pino Roldán, quien anteponía primero, a la persona, y después la asignatura. Gracias a ellos, aprendimos valores y fuimos los ciudadanos que hicieron posible la venida de la democracia.

Estamos en las primeras décadas del siglo XXI y, los cambios que se están produciendo son tan acelerados que, como consecuencia, se pierde la perspectiva de la realidad. Y esta situación de incertidumbre está produciendo la pérdida de valores pedagógicos como son el esfuerzo y la voluntad, los cuales siempre han sido importantes para lograr las metas profesionales.

Hemos llegado a un modelo de sociedad donde se valora más lo que tienes, que lo que eres. Y se antepone primero, el dinero que consigues sin esfuerzo, que la profesionalidad. Ante esta situación la labor docente se siente impotente.

Y en esta desolación de impotencia un maestro me confiesa: “El oficio de maestro es ingrato. Ingrato per se. Primero porque los alumnos son niños y permanecen ajenos al transcurrir de sus vidas, bastante tienen con superarse en los niveles de sus juegos electrónicos. Segundo, sus progenitores están angustiados con la meta que se han propuesto de ser los padres perfectos. Aunque vivan divorciados. Tercero, la administración navega en una nave insonorizada a miles de años luz de distancia de una Tierra, de la que no quiere saber más que los impuestos que obtiene de los contribuyentes”.

Sólo nos queda esperar `la ley del péndulo´: la que vuelve a poner las cosas en su sitio. Pero si no es posible su llegada lo lamentaremos, porque dejaremos de hablar de educación y de formación.

 

FRANCISCO GÁLVEZ

Francisco del Pino Roldán nos ha dejado, y con él se va uno de los grandes nombres de las letras en la Axarquía, uno de los referentes de una generación que marcó el devenir de nuestra tierra.

Fue un profesor muy querido, como demuestra en estos días la cantidad de mensajes de condolencia de antiguos alumnos que se pueden ver en las redes sociales. De una manera u otra, Del Pino insuflaba en sus alumnos el ansia de conocer, de investigar y de formarse y logró dejar un recuerdo imborrable en ellos.

Como hombre de la cultura, aportó libros e investigaciones en un momento en que en la comarca aún estaba todo por clasificar, desvelar y dar a conocer a los ciudadanos.

Allá por el 2006, la presentación de mi primer libro Crónicas de un mundo feliz, coincidió en día y hora, por un baile de fechas culpa del Ayuntamiento, con la presentación de un libro de poemas de su esposa, curiosamente cuando apenas se presentaban libros, lo que ya fue mala suerte. Esa anécdota, más que separarnos, pareció unir nuestros destinos en las letras, pues desde entonces gustaba de llamarme para tomar café y comentarme sus investigaciones, así como pasarme artículos para que se los publicara.

Tiempo habrá de hablar más en profundidad de todos aquellos grandes hombres. Hoy, desde la tristeza y, al mismo tiempo, el orgullo de quien podía llamar amigo, sólo queda despedir con honores a uno de los grandes personajes de esta, tierra, Francisco del Pino Roldán.

 

ENTREVISTA DE JOSÉ MARCELO A FRANCISCO DEL PINO EN NOTICIAS 24 EN 2019

Francisco Del Pino Roldán es doctor en Geografía e Historia, licenciado por la facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Granada. Pertenece al colectivo de profesores investigadores ‘Hespérides’, así como a la Asociación de Críticos de Arte de Andalucía.  El IES Reyes Católicos de Vélez-Málaga, el 21 de noviembre de 2019, le ha puesto su nombre a la biblioteca del centro educativo.

PREGUNTA.- Del curso escolar 1970/71  hasta 1999/00 (año de su jubilación), ha formado parte del claustro del profesorado del IES Reyes Católicos. ¿Qué razones le motivaron para quedarse en el  instituto y vivir en Vélez-Málaga?

RESPUESTA.- Ha sido varias razones: la más importante y emocional fue porque conocí a Ana María, mi esposa. Pero a Vélez-Málaga la conocí, con anterioridad, cuando estuve un verano impartiendo clases en la residencia de estudiantes de Trayamar (Algarrobo). La convivencia con el profesorado del instituto Reyes Católicos ha sido muy buena, en el cual hice y mantengo grandes amigos, porque no hacía ni hago distingo de ideologías ni creencias. Esta es la mejor actitud para favorecer el dialogo y la amistad. Después surgió el apego por la ciudad y su historia. 

P.- Usted ha impartido docencia a muchas generaciones de alumnos. Yo he sido testigo  de la calidad humana de su pedagogía, porque, en los años 70, fui alumno de usted. ¿Cómo expresaría, en una frase, sus vivencias  cómo docente? 

R.-  En la educación y formación de mi alumnado siempre he tenido esta máxima: “Hay que anteponer, primero, a la persona  y, después, la asignatura.”

P.- ¿Qué consejos daría usted al profesorado actual?

R.- Que sea profesor en toda la extensión del significado de la palabra. Y, para serlo, no debe actuar como administrador de unos conocimientos, sino tener siempre presente que es trasmisor de unos valores, de una historia y de una cultura. También es muy importante que el profesor tenga una gran capacidad de adaptación a los cambios sociales, tecnológicos…

P.- ¿Desde los años 70 hasta la actualidad, qué valores  han mejorado y cuáles se han perdido? 

R.- Se ha mejorado, principalmente, en la convivencia y en la igualdad. Han decaído valores religiosos.  La tecnología  nos ha traído un mundo global que es complejo, porque favorece a los jóvenes, pero a los mayores nos es difícil adaptarnos. Y se está perdiendo el contacto personal.  

P.- Cómo persona estudiosa de la historia, usted ha aportado interesantes trabajos que han aumentado el legado histórico de Vélez-Málaga y, también, de su ciudad natal, Cártama. ¿Qué ha significado para usted la dedicación de escritor e investigador de la historia? 

R.- Unas veces he trabajado solo y, otras veces, en equipo con compañeros como Francisco Montoro,  Eduardo Molina y Armando Terrer… Esto suponía realizar un trabajo laborioso, en el cual se daba a conocer importantes hallazgos, lo que me ha dado grandes satisfacciones, porque he aprendido mucho.   

P- ¿Qué visión histórica tiene usted sobre el presente siglo XXI? 

R.- Decía mi catedrático de Historia Universal que “la historia son hechos del pasado, acumulados en el presente y proyectados hacía el futuro”. Es evidente que algunos hechos que, actualmente, están acaeciendo, son consecuencia de no haberlos superado en el pasado. Esto no sólo ocurre en España o en cualquier país determinado, sino que tienen la particularidad, en el presente siglo, de afectar de manera global. El libro La muerte de la cultura cristiana del escritor estadounidense John Senior, plantea una reflexión sobre la pérdida de valores, los cuales sustentaban la cultura occidental. Este es un problema actual que está determinando el  presente y el futuro.  

P.- El 21 de noviembre de 2019, el IES Reyes Católicos le hizo a usted un homenaje y puso su nombre a la biblioteca del centro.  ¿Hábleme de los reconocimientos que ha recibido  y qué han supuesto para usted?

R.- El acto de  poner mi nombre a la biblioteca del IES Reyes Católicos ha sido para mí muy emotivo. Desde que entré en el curso 1970/71 estuve muy unido a la biblioteca, catalogando libros y poniéndolos a disposición del alumnado y del profesorado. También me han otorgado otros reconocimientos, como el Axárquico de Honor en 1991, y el Ayuntamiento de Vélez-Málaga me concedió el nombre de una calle, entre otros premios. Todos han sido un gran estimulo para seguir investigando y escribiendo.

P.- ¿Tiene usted  algún proyecto nuevo de trabajo?

R.-Sí. Es un estudio sobre Doña Juana I de Castilla y D. Felipe I de Habsburgo.