jueves, 28 de marzo de 2024 00:07h.

Y mientras tanto...

Columna de Segismundo Palma

El caso Gürtel llega a su fin. El mayor sumario de la historia. Desde un buen día del año 2007 en que Jose Luis Peña, concejal del PP en Majadahonda, tira de la manta en formato de 18 horas de grabaciones con la cúspide empresarial del entramado y principal imputado, José Manuel Correa, pringado de mierda hasta el corvejón. 

Once años de sumario. Una década. Yo aún me sentía joven entonces. Los veinteañeros de hoy eran tiernos infantes, no veían la Gürtel por la tele, veían dibujos animados. ¿Con qué interés pueden seguir este culebrón judicial si no es mediante una extenuante pasividad? Es algo que vive con nosotros, la corrupción digo, como si un alienígena nos apretara el cuello amenazándonos con ahogarnos, pero dejándonos respirar. Un íncubo agazapado en nuestro interior que se alimenta de nuestra indiferencia. 

Cohecho. Fraude. Malversación. Fal­sedad documental. Asociación ilícita. Blanqueo de capitales. Tráfico de influencias. Prevaricación. Estafa. Recitarían de memoria algunos; a otros, le suena, vagamente, como aquella alineación mítica de nuestro equipo favorito que los mayores del lugar glosan entre recuerdos heroicos de gestas irrepetibles. Pero no. Son delitos. 

Todos los delitos imputados a empresarios, ex altos cargos y tesoreros del PP. Y es que nos la suda a base de bien, en general. Y no nos podemos culpar. Una década de aburrimiento adocena a cualquiera. Anarcosis lo llaman algunos. Tan saturados estamos de noticias repugnantes, que ya todo nos asquea. Y nuestro mecanismo de defensa vital establece su perímetro de seguridad. Aquel que nos permite convivir con el alienígena. Hasta formar parte de él. Y él de nosotros. 
Una década da para mucho. Para crecer. Para vivir. Para olvidar. Para que el gobierno se cisque a jueces revoltosos, tanto, que se les ha ocurrido aplicar la Ley. 

Recuerdo, sí, recuerdo a veces, y recuerdo a Mercedes Alaya. La jueza de los ERE. Tan sexy como implacable. ¿Dónde está ahora? ¿A qué tugurio judicial la habrán relegado? ¿Qué pasó con el mayor escándalo de corrupción socialista en Andalucía? Y es que, cuando todo es un escándalo, ya nada nos escandaliza. 

Todo  se complica en vericuetos legales y ramificaciones putrefactas, como una yedra venenosa trepando con segura lentitud, apestando a todo un país. Que vive y malvive con los dedos puestos en la nariz para no respirar la hediondez que le rodea. Toda una sociedad civil narcotizada. Muerta de aburrimiento sobre el sofá. Agonizante de asco y miseria moral. 

El mayor sumario de la historia toca a su fin y nada tendrá fin. Porque todo nos da igual. Seguimos respirando. Nuestro alienígena nos ha dejado vivir. Sólo cinco segundos más. ¡PUM!