miércoles, 24 de abril de 2024 15:24h.

La sombra que nos acompaña

Hay sombras que nos cobijan. También está la sombra que camina siempre junto a nosotros, para recordarnos a la otra sombra que se ocultó en el interior de nuestro ser. 

Que es la misma de la que nos habla el poeta: “La Inconsciencia, otro ser que afloraba en la naturaleza de Humano y Fémina, era la causa por la que ellos no controlaban sus propios actos y reacciones. Ésta se ocultó en la profundidad del ser de cada uno de ellos. Allí silenció su naturaleza salvaje. Sólo en el descanso del sueño se despertaba”.

El psicoanalista suizo Carl Gustav Jung hace mención en su libro La Sombra en el ser humano a esa sombra interior, refiriéndose al inconsciente personal, donde se acumula todo el material psicológico que ha sido reprimido, negado y, como consecuencia de ello, se ha enajenado. 

Esta sombra llega a tener más poder, cuanto más se la niega, se la reprime y se evita confrontarla. Están guardados y escondidos los secretos oscuros que tenemos y no queremos revelar. En ella habitan todos los aspectos negativos de nuestro ser: celos, odio, envidia, ira, rabia… Conforman, así, la parte maléfica de nosotros. Y se manifiesta proyectando los aspectos negativos que posee el individuo que actúa. Es una energía negativa que se libera.

El filósofo hispanorromano Séneca nos hablaba de las emociones negativas que padece el ser humano. Se refería a la ira como una pasión agitada, desenfrenada, basada en el resentimiento y en la sed de sangre, cuyo último propósito es la venganza. Con efectos nocivos como el asesinato, el suicidio, y naciones destruidas. 
La pregunta que nos hacemos es: ¿Cómo librarnos de esta sombra? La respuesta nos la da Jung: no podemos librarnos de ella, porque no se puede destruir. La sombra sale de nosotros, como el alma, cuando morimos. Podemos vencerla, si aceptamos la dualidad que hay en nuestro ser: lo demoníaco y lo divino. El paso siguiente es confrontarla y dialogar con ella, para reconocer los aspectos negativos y vencerlos. Por último, ser honestos con nosotros mismos: vernos tal como somos, hacer una reflexión seria de nuestra personalidad, enfrentarnos a nuestros miedos, aceptar las debilidades y superar nuestros defectos. Vale la pena superar este obstáculo para ser mejores seres humanos.

Ante la ira, buscar la serenidad de espíritu. Frente a la envidia, romper el falso espejo en que nos vemos, y mirar hacia nuestro interior. Buscar la confianza para desechar los celos. La piedad y la compasión para alejar el odio. Debemos reapropiarnos de los valores, para vencer a la oscura sombra con la que convivimos. Tener presente a Jung: “Lo que niegas te somete, lo que aceptas te transforma”.

Pensarás lector/a, que te doy consejos de buena voluntad. Es cierto. Lo hago, porque, actualmente, estamos viviendo la era de más enfermedades neuróticas y psicóticas, provocadas por no saber controlar nuestras emociones. 

Siendo personas de buena voluntad, evitaremos que la humanidad caiga en la locura.