sábado, 20 de abril de 2024 07:14h.

La palabra libertad

Columna de José Marcelo

“¡Ay mísero de mí, ay infelice! Apurar cielos, pretendo,  ya que me tratáis así, qué delito cometí  contra vosotros naciendo;  aunque, si nací, ya entiendo qué delito he cometido;  bastante causa ha tenido  vuestra justicia y rigor,  pues el delito mayor del hombre es haber nacido”.

Este texto, que pertenece a la obra La vida es sueño de Calderón de la Barca,  expresa el sentir del personaje Segismundo, quien es privado de libertad desde su nacimiento, porque está encerrado en una mazmorra. El autor quiere resaltar la importancia de la libertad, pero, a diferencia de la naturaleza animal y vegetal  que está prefijada, la naturaleza humana es desvalida y, además, adquiere conciencia, por ello está sujeta al libre albedrío y a tomar decisiones entre lo que entiende que está bien o mal. Éste es el objeto primordial de la libertad, la acción de tener que decidir, la cual le da sentido y significado al concepto de la palabra libertad. Como la vida es un derecho natural adquirido al nacer.  También la libertad es un derecho natural, porque la conciencia y el libre albedrío, que son cualidades inherentes a la naturaleza humana, posibilitan la facultad de decidir y de tomar conciencia de la vida.

El filósofo Aristóteles nos dice que la libertad viene ligada a la esencia misma del ser humano, por lo tanto, reconoce a la persona la capacidad para decidir libremente y de manera racional frente a una amplia gama de opciones previamente ofrecidas, incluso, la facultad de actuar según la decisión que haya tomado.

La palabra libertad tiene tantos apelativos como campos en los que se relacionan: filosófico, social, político, económico... Hablamos de li­­­­bertad religiosa, de asociación, de tránsito, de expresión y de pensamiento... Éstas son manifestaciones de las elecciones y de las decisiones tomadas, por lo tanto, implican un sentido de responsabilidad individual y social; razón para que la libertad y la ética estén relacionadas. El objetivo de la libertad y de la ética es lograr la convivencia social.

Lo triste es cuando se da una mala relación sociopolítica y económica, ‘el hombre tiende a devorar al hombre’, se atenta contra la dignidad humana. No hay respeto ni tolerancia a las diferencias,  se ejercen discriminaciones  de géneros,  raciales, religiosas, laborales... Se hacen manifestaciones de odio, e incluso se emplea la coacción y se atenta contra la vida, para imponer un ideario religiosopolítico, o bien regímenes políticos dictatoriales. Como ejemplos son los sucesos y las imágenes que vemos, a diario, en los medios de información: Afganistán, actos de  homofobia, violencia de género...  

Pensar en las acciones que se cometen contra la dignidad humana, me conduce a reflexionar la estrecha relación que hay entre la palabra libertad y la democracia, porque sin libertades sociales y políticas no hay una auténtica convivencia democrática. Porque la democracia exige que la libertad esté presente como un acto de responsabilidad, como un valor de respeto, de diálogo, de comprensión y de tolerancia, con la única finalidad de convivir en paz. De lo contrario, la democracia es muy frágil, porque un  uso irresponsable de la libertad del individuo o de algún representante político que con sus manifestaciones o palabras inciten al  enfrentamiento y al odio, puede  peligrar la buena convivencia democrática. Razones suficientes para denunciar las malas acciones.