viernes, 29 de marzo de 2024 00:03h.

Me duele Vélez-Málaga

En el año 1923, tras el golpe de estado del general Primo de Rivera (parece que en connivencia con el rey Alfonso XIII, abuelo del actual rey emérito) el escritor, político y filósofo Miguel de Unamuno, destituido de su cargo de vicerrector de la Universidad de Salamanca por sus ideas políticas, se desahogaba en una carta dirigida a un profesor español en Argentina diciendo: “¡Me ahogo, me ahogo, me ahogo en este albañal y me duele España en el cogollo del corazón!”.

Pues bien, la susodicha frase (“Me duele España”) ha terminado adquiriendo un simbolismo arrollador que dura hasta nuestros días y viene a cuento porque, adaptándolo a nuestro contexto, serviría para expresar el sentimiento que muchos de sus ciudadanos sienten ante la falta de despegue de nuestro municipio y de soluciones a los graves problemas que venimos padeciendo desde hace ya demasiados años. 

No sé si es necesario repetirlos, porque creo que son ya de sobra conocidos, pero no está de más insistir en algunos: desman­telamiento y solución habitacional de las casillas de la vía de Torre del Mar, ejecución de la senda litoral, el abandono del centro histórico veleño, la recuperación del tranvía, la puesta en valor y recuperación de los yacimientos fenicios y del antiguo castillo de Torre del Mar, el desarrollo del recinto ferial de Vélez-Málaga como un sistema general de equipamiento público con edificios de servicios municipales, centro de exposiciones y congresos, recinto de usos múltiples, etc.

En la legislatura que ahora acaba, hemos visto cómo los partidos que ostentan el poder, han hecho un uso (y cierto abuso) de las redes sociales y otros medios para vender la micropolítica que han venido realizando y sus proyectos de gestión, mientras que los de la oposición se han dedicado a intentar denunciar o poner en evidencia a nuestros gobernantes. Ese es el juego democrático y no seré yo quien desmerezca su trabajo, pues los respeto y soy consciente de lo ingrata que, a veces, resulta la política local. Pero, a pesar de que algunos se empeñen en los logros conseguidos, resulta evidente que los problemas de fondo siguen ahí. Por eso, llama mucho la atención que en la teletienda de precampaña electoral que venimos padeciendo insistan en sus promesas de arreglar los asuntos que ya deberían estar arreglados.

Volviendo a la frase de marras, su precisión y emotividad debería servir para condensar en tres palabras una sutil declaración de intenciones de aquellos a los que les preocupa de verdad su tierra. La utilizamos porque es enormemente gráfica, un poco desgarradora y posee un elemento poético. También sigue presente porque es algo sintomático de la pérdida que estamos teniendo de poder llegar a consensos en los asuntos importantes, a puntos en común entre todos, planteando visiones y proyectos colectivos. Si todos a los que les “duele nuestro municipio”, no solo a los políticos sino a la sociedad en general, tuvieran la oportunidad, a través de los foros establecidos, de debatir de forma regular, libre, racional e inteligente sobre la situación del municipio y las medidas a tomar para corregir sus deficiencias, todo cambiaría. Tan fácil como eso.

Pero mientras llegamos a ese punto, la movilización ciudadana es una de las pocas maneras que tienen los ciudadanos de entrar en el debate político y que se oiga su voz. Así, hace unos días se celebró en Vélez-Málaga una manifestación bajo el lema ‘Abandonados’ convocada por asociaciones vecinales representativas de casi todos los núcleos del municipio. Durante la misma, se corearon distintos eslóganes dirigidos al equipo de gobierno municipal: “Menos aviones y más inversiones”, “Que empiece ya la Senda Litoral”, “Nuestras calles no molan, ni aceras ni farolas”, etc. Pero, miren ustedes por dónde, cuando se celebra una manifestación unitaria de colectivos vecinales y ciudadanos, no son atendidos por el equipo de gobierno. Incluso algún concejal independentista ha tratado de desacreditarles, despreciando también la protesta de las banderas negras en los balcones del centro histórico con la leyenda ‘Vélez se muere’. 

En fin, ya sabemos que al poder no le gustan las disidencias ni las críticas, que creen que es mejor tener al pueblo desmovilizado y anestesiado. Pero si se pararan un poco a pensar, descubrirían que les puede beneficiar, porque es la mejor oportunidad de saber de primera mano qué preocupa y qué demandan los ciudadanos a los que, supuestamente, deben servir.

Por eso, a todos los que les duela Vélez-Málaga, que lo digan y que les escuchen. Ese sería el mejor analgésico.