viernes, 29 de marzo de 2024 00:00h.

El trenecito de Larios

Sabemos que el tren sub­ur­ba­no llegó por primera vez a To­rre del Mar en enero de 1908. Un par de años más tarde, cuando corría el de 1910, la Sociedad Azucarera Larios solicitó al Ayuntamiento de Vélez-Málaga el uso de suelo público para la construcción de una pequeña vía de 600 metros de extensión, con la finalidad de instalar un pe­queño tren que pretendía uti­lizar como servicio de apoyo de la fábrica de azúcar de Torre del Mar. Su finalidad era trasladar el azúcar importado en crudo desde Cuba, que llegaba en sacos a la estación de los suburbanos a Torre del Mar, y se trasladaba hasta los almacenes de la fábrica. Dicho azúcar crudo cubano, se refinaba más tarde, fuera de la época de la zafra.

No se trata de que existiese un ramal del tren suburbano que llegase hasta la fábrica, sino que era un trazado ferroviario propio, exclusivo de la fábrica para atender a su servicio, lo que quedaba con­firmado en la Gaceta de Ma­drid -el actual Boletín Na­cio­­­­­nal del Estado- nº 171, de fecha 21 de junio de 1910, en  que se autorizaba a la Sociedad Azucarera Larios a la “construcción de un ferrocarril de uso particular”. 
     Y todo ello en torno a un  proyecto aprobado por real orden del 10 de mayo de 1810 donde se establecían las condiciones particulares de la concesión del enlace, que fueron aprobadas por J. A. Larios dos semanas más tarde, el 24 del mismo mes. Dichas condiciones establecían: a) El concesionario llevaría a cabo las obras por su cuenta y riesgo. b) Dichas obras se llevarían a cabo conforme al proyecto aprobado el 6 de abril. c) La fianza definitiva por la obra se fijaba en 1.118,86 ptas. equivalente al 5% del valor de las obras a realizar. d) Se concedía el plazo de un año para la ejecución de las obras. Y e) La concesión del ramal ferroviario se otorgaba por el plazo de 99 años.
     Así pues, por Real Orden del 20 de mayo de 1910, se autorizó a la casa Larios a la utilización de terreno público para la construcción del ‘trenecito’, cuyas obras costaron 22.370,20 pesetas de las de entonces.
     Cuando se puso en marcha este trenecito de Larios -conocido popularmente por  ‘La Larios’- utilizaba una locomotora Orestein & Koppel, a vapor, fabricada el 1891. Y, aunque parezca increíble, dicha locomotora se conserva aún en la actualidad, en el siglo XXI, en Cataluña, y restaurada perfectamente por su propietario, el Sr. Jordi Comellas.
     Nuestro amigo, y compañero historiador, Juan Benítez Belgrano, cuya vida laboral estuvo ligada al Ayuntamiento de Vélez-Málaga, fue el técnico municipal encargado de recuperar la vía del trenecito de Larios, allá por los años sesenta. Nos cuenta que aquel viejo trenecito trasladaba sacos de azúcar desde la estación del tren a los almacenes de la fábrica, que, para lo cual, disponía de un muelle interior que facilitaba la descarga de dichos sacos. El recorrido seguía lo que en la actualidad se conoce como calle doctor Fleming, y los torreños más mayores nos recuerdan la curiosidad de que algunas familias utilizaban para guisar el carbón que se caía con frecuencia de la máquina en su recorrido habitual, fábrica-estación o estación-fábrica.
     En las últimas obras que se llevaron a cabo en la Plaza de la Axarquía en Torre del Mar se detectaron enterrados aún, restos de las vías de aquel trenecito de Larios, tan popular en los años veinte y que fue testigo del devenir industrial de la población.
No sabemos cuándo dejó de funcionar ‘La Larios’. Su último recorrido no debió ser transcendente y no quedó anotado en los anales de Torre del Mar. Quizá en cualquier momento aparezca algún dato, foto, recorte de prensa… que nos aproxime hacia el hecho. Será cuestión de buscar e investigar.
     En cualquier caso, el ramal ferroviario perdió su uso, dejó de ser útil y sus recorridos por Torre del Mar pasaron al olvido. Los raíles se ocultaron o se desmontaron; sus vagones se extraviaron; su locomotora fue trasladada a Cataluña… Aquí no quedó ningún testimonio de su existencia. 
     Ojalá, algún día, aparezcan fotos, documentos o cualquier tipo de testimonio, que nos permita recordar aquel trenecito que fue uno de los protagonistas de la época industrial torreña, y que aún late en la memoria de los torreños más mayores. ‘La Larios’ debe ser recordada.