jueves, 25 de abril de 2024 23:58h.

Fernando López

Artículo de Francisco Montoro

A la misma vez que comenzaba el siglo XX, nacía en Torre del Mar, Fernando López López, “un inmigrante progresista que ayudó a construir Trinidad” (Argentina). Se trata de un axárquico que con quince años se trasladó a tierras argentinas donde, ocho años más tarde instaló, allá por 1923, la primera farmacia, de las llamadas Hispano-Argentinas.

Al igual que un farmacéutico amigo, que precisamente vive en la actualidad en Torre del Mar, y que es un gran emprendedor, a Fernando López se le ocurrió situar en el mismo local de la farmacia un Anexo del Banco de la Nación Argentina, a modo de sucursal. Y al poco una Usina, que es una instalación industrial en la que se produce energía eléctrica, con el objetivo de que sus convecinos pudiesen gozar de ese servicio básico e imprescindible.

En 1927 el torreño contrajo matrimonio con doña Mercedes Massaguer, con la que formó una gran familia, de la que crecieron hijos y nietos que, en la actualidad, gozan de un gran reconocimiento y posición social y económica, cada uno en su profesión.

Fernando López fue también el principal gestor en la instalación de la oficina de Correos y telecomunicaciones de la ciudad, como de la Comisión de Higiene y Fomento, que actualmente es la Delegación Comunal.

Pero, además, el inquieto axárquico fue el fundador de la Red de Radioaficionados del Sur de la provincia, y con su estación emisora –la LU7KB– lograba conectarse con otros radioaficionados de países cercanos para resolver diferentes problemas de carácter especialmente social de sus convecinos, que le agradecían, admiraban, respetaban y querían por tan valiosos servicios.

Pero es más, dado que allí durante muchos años no existía médico, él, como farmacéutico hizo de experto sanitario, no solo en el pueblo, sino también en los enclaves de los alrededores, y ello una y otra vez hasta que, finalmente, se logró que llegara al lugar un profesional de la medicina.

Nuestro amigo de Torre del Mar, además, estuvo bregando largo tiempo para que la estación ferroviaria contara con servicios de pasajeros y carga, cosa que finalmente logró, aprovechando las vías del ramal de la Villa de Medinas, lo que le generó una gran popularidad con sus paisanos.

Tanta actividad y eficacia le generó una creciente popularidad y afecto, ganándose la simpatía de cuantos le conocieron y se vieron beneficiados por sus gestiones e iniciativas. 

Sus valores morales le concedieron reconocimiento, aplauso y veneración de vecinos, amigos y familiares, y así es lógico que sus hijos y nietos gocen, aún en la actualidad, de un reconocimiento generalizado.
Fernando López López, el inmigrante que ayudó a construir Trinidad, murió el 19 de diciembre de 1973, y sus restos mortales descansan en el cementerio de Villa de Medinas. 

Este axárquico, poco conocido, -co­mo tantos héroes anónimos que se encuentran repartidos por esos mundos de Dios- puede servir de inspiración para quienes estén dispuestos a afrontar su cada día con mentalidad de servicio.