martes, 19 de marzo de 2024 00:04h.

Ciudad en cuesta

Artículo de Francisco Montoro

Las cuestas son propias en muchas poblaciones y ciudades que se ubican en zonas no llanas. Vélez-Málaga, que se ha construido en zona elevada, se caracteriza por la cantidad de cuestas que hay que subir y bajar para transitarla. No solo la Fortaleza y el Cerro están elevados, se encuentran en suelos altos, sino gran parte de la ciudad, y, especialmente, el barrio de mayor cota, La Villa, núcleo embrionario de la ciudad.

De hecho, la mayoría de las plazas veleñas -El Carmen, San Francisco, La Constitución…-, no son sino rellanos elevados, que se convierten en espacios de descanso tras poderosas subidas.

Varía mucho una ciudad que se mueve en llano, con respecto a otra en la que hay que desplazarse a través de cuestas. Las distancias parecen más largas, los desplazamientos se convierten en más lentos, las perspectivas se aventuran más oscuras… Vivir en cuestas, o vivir en llano, influye, incluso, en los estados de ánimo de sus vecinos, cuyo optimismo oscila con excesiva frecuencia entre el subir y el bajar, entre iniciar ascensos, o realizar descensos.

Y no existe unanimidad en el asunto. Hay quienes defienden que una ciudad en llano es ‘aburrida’ y que las cuestas dan belleza y variedad al entorno vital.

Desde el punto de vista médico, hay división de pareceres. Para unos, moverse en llano facilita el ejercicio, que es lo más importante para luchar contra la sociedad del sedentarismo en la que vivimos. Para otros, el que haya dificultades en los desplazamientos entrena y mejora el estado físico general.

En fin, es probable que muchos de ustedes se estén preguntando a qué viene nuestra disquisición de hoy sobre las cuestas. La verdad es que nace del hecho de que no todas las cuestas que nos tocan subir son físicas.  

Existen otros tipos de cuestas. Pre­parar unas oposiciones es una cuesta, superar una enfermedad es una cuesta, encontrar un trabajo es una cuesta, y cuestas son los finales de mes, los dolores de muelas, la crianza de los hijos, las discusiones de pareja, los errores en los negocios...

En la política también vienen, de vez en cuando, cuestas. Especialmente en tiempos de elecciones. Todo se vuelve más complicado, necesitado de mayor atención, espíritu colaborativo y trabajo en común. Los partidos cierran filas (o debieran cerrarlas) y se aprestan a la contienda. Y aunque las elecciones son relativamente frecuentes (municipales, autonómicas, nacionales...), cuando las dificultades en los municipios alcanzan el cénit es en las municipales. Y a esto me refiero (¡Ya era hora de que me explicara!, dirá algún lector) cuando afirmo en el título de la columna lo de ‘Ciudad en cuesta’, porque, terminado el verano, entramos en cuesta electoral. Todos, desde los partidos en el poder, a los de la oposición, pasando por las ‘nuevas’ incorporaciones, se aprestan a las urnas de mayo. 

¿Renovará la coalición actualmente al frente del municipio? ¿Dará un vuelco la situación y los veleños elegirán cambios? ¿Torre del Mar será tan protagonista como se espera en algunos de los mentideros políticos? ¿Ganará otra vez el PP? ¿Volverá a la Alcaldía?

¿Qué pasará con los andalucistas? ¿Irrumpirá Podemos en el panorama municipal? ¿Y Vox? ¿Qué pasará con Izquierda Unida? ¿Y con Ciudadanos?...  En fin, una letanía de interrogantes que hacen que el tiempo que nos llega esté lleno de misteriosos supuestos, y de sugerentes y fatigosos ascensos.

Por eso, ante lo que nos llega, hasta llegar a la plaza o rellano del ayuntamiento nuevo, hay que subir una gran cuesta, o varias cuestas. A todos los municipios españoles les va a ocurrir prácticamente lo mismo; pero se nos ocurre que nuestro Vélez-Málaga, con su fracturación, sus dinámicas pasadas, su diversidad de núcleos, la escasa solidez de muchos de los medios de comunicación, la improvisación de las listas electorales, que por estos lares no se maduran suficientemente, la indefinición de algunos grupos que lo dejan todo para última hora, los gurús que aventuran resultados y luego no aciertan ni de lejos, etc., etc., etc., la inclinación de la subida parece más grande. 

Podemos afirmar, con toda seguridad, que, en estos momentos, Vélez-Málaga es una ciudad en cuesta.